ASIA/NEPAL - Misioneros claretianos: cuidado y educación para las víctimas del terremoto

Katmandú - Los misioneros claretianos se han comprometidos en construir el futuro de los niños huérfanos y pobres, víctimas del terremoto de 2015 en Nepal, brindándoles asistencia y educación. “Visitamos Nepal después del terremoto de 2015 y ayudamos a reconstruir la aldea de Wasbang, en el distrito de Chitwan, en el centro de Nepal. Nos encontramos con un niño huérfano y comenzamos a cuidarlo. Hoy estamos ayudando y educando a más de 400 estudiantes. Nuestro objetivo es llegar hasta 900 jóvenes para 2025”, explica a Fides el padre claretiano Jojo Peter Ancheril, uno de los responsables de este proyecto de los misioneros claretianos de Macao.

Más de 400 niños huérfanos, pobres y personas con discapacidad residen en el hogar infantil de Antyodaya en Parsa. La casa fue construida el 13 de mayo de 2017. “Tenemos la intención de llegar a los niños más desfavorecidos de las aldeas remotas ofreciéndoles formación”, dice el padre Ancheril.

El 12 de abril de 2015 un fuerte terremoto sacudió Nepal matando a miles de personas y dejando a millones sin hogar y casi sin futuro. La movilización internacional fue impresionante y el hogar de niños de Antyodaya es una de las iniciativas de esta solidaridad.

Después de un primer viaje a Nepal, el padre Ancheril comenzó a construir casas para las familias afectadas por el terremoto, en el pueblo de Wasbang, gracias al apoyo de muchos benefactores y de de la Little Flower Society di Narayangh. Después de un viaje posterior con unos 30 peregrinos, este compromiso se fortaleció y estabilizó. En uno de estos viajes, Bobby Anthony, gerente de proyectos en Nepal, se encontró con una niña de cuatro años que deambulaba por el bosque. Su madre estaba enferma de cáncer y su padre era ya anciano. Se hicieron cargo de esta familia y, a partir de este caso, surgió el proyecto de ayudar a otros niños en situaciones parecidas habilitando un hogar especial para ellos. Para esta iniciativa contaron con el apoyo de una trabajadora social que identificó otros casos. Muchos pequeños de aldeas rurales pasaron a formar parte de este hogar y así tuvieron la oportunidad de recibir una buena educación.

“Hoy el Hogar Infantil de Antyodaya ofrece a los estudiantes una nueva vida para crecer, trabajar y tener esperanza en el futuro. Para los niños y jóvenes con alguna discapacidad también hay un equipo que les brinda una especial atención y cuidados. El amor de Dios no conoce límites”, concluye la hermana Liza Franca Augustine, colaboradora del proyecto y misionera en Nepal.


Agenzia Fides
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