ASIA/TAILANDIA - Papa Francisco: el misionero no es un "mercenario de la fe"

Bangkok - El misionero “no es un mercenario de la fe ni un generador de prosélitos”. Más bien es un mendicante que reconoce que le faltan sus hermanos, hermanas y madres, “con quienes celebrar y festejar el don irrevocable de la reconciliación que Jesús nos regala a todos”. Así lo ha comentado el Papa Francisco, durante su homilia pronunciada durante la misa que ha celebrado en el Estadio Nacional Supachalasai de Bangkok, durante el segundo día de su visita apostólica en Tailandia. “El misionero” ha continuado el obispo de Roma “sabe que la evangelización no es sumar membresías ni aparecer poderosos, sino abrir puertas para vivir y compartir el abrazo misericordioso y sanador de Dios Padre que nos hace familia”.
Durante la homilia, el Papa se ha detenido a comentar el dinamismo propia de la misión cristiana, que nada tiene que ver con formas de propaganda cultiral o religiosa, partiendo de la experiencia de los primeros misioneros que viajaron a las tierras del Siam: escuchando la palabra del Señor, “pudieron ver que pertenecían a una familia mucho más grande que aquella que se genera por los lazos de sangre, de cultura, de región o de pertenencia a un determinado grupo.” Y por ello, “impulsados por la fuerza del Espíritu, y cargados sus bolsos con la esperanza que nace de la buena noticia del Evangelio, se pusieron en camino para encontrar a los miembros de esa familia suya que todavía no conocían”. Salieron a buscar los rostros de “tantas madres y hermanos thai que faltaban en su mesa dominical”.
En el encuentro entre el anuncio cristiano y las riquezas humanas de los pueblos - ha comentado el Papa -, el Espíritu Santo embellece a la Iglesia con nuevas expresiones de las personas que acogen el don gratuito del Evangelio. En tierra tailandesa, los primeros misioneros viajaron no sólo para llevar todo lo que podían ofrecer sino también para recibir todo lo que necesitaban de ellos “para crecer en la fe y en la comprensión de las Escrituras”. Sin ese encuentro entre los anunciadores del Evangelio y las poblaciones locales, al cristianismo “le hubiese faltado vuestro rostro; le hubiesen faltado los cantos, los bailes, que configuran la sonrisa thai tan particular en estas tierras”. “Así – ha indicado el Papa – los misioneros llegados desde lejos también vislumbraron mejor el designio amoroso del Padre, que es mucho más grande que todos nuestros cálculos y previsiones y que no puede reducirse a un puñado de personas o a un determinado contexto cultural”.
También hoy, en Tailandia y en todo el mundo, el anuncio del Evangelio sigue las mismas líneas de predilección marcadas por Cristo, que no tuvo miedo de sentarse a comer con los pecadores, con los considerados impuros: dejándo que le tocasen, ayundándoles a comprender la cercanía de Dios.
Haciendo referencia al contexto tailandes actual, el Papa se ha referido a los “niños, niñas y mujeres, expuestos a la prostitución y a la trata”, a los “jóvenes esclavos de la droga” a los “migrantes despojados de su hogar y familias”, y a todos aquellos que “pueden sentirse olvidados, huérfanos, abandonados, «sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo»”. Todos ellos – ha añadido el Sucesor de Pedro “son parte de nuestra familia, son nuestras madres y nuestros hermanos, no le privemos a nuestras comunidades de sus rostros, de sus llagas, de sus sonrisas y de sus vidas; y no les privemos a sus llagas y a sus heridas de la unción misericordiosa del amor de Dios”.




Agenzia Fides
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