Tokio - “El testimonio evangélico personal de cada creyente, en la vida cotidiana, sigue siendo la forma ordinaria en que las personas pueden encontrarse con Cristo Jesús en Japón y sentirse atraídos por Él": lo explica a la Agencia Fides, con motivo del viaje apostólico del Papa Francisco a Japón, el padre David Wessels, jesuita estadounidense de 73 años, misionero en Japón desde 1970, profesor emérito de la Sophia University de Tokio, después de 46 años de enseñanza.
La Iglesia Católica en Japón, con una población de aproximadamente 125 millones de habitantes, cuenta con 450 mil fieles y trabaja en un contexto cultural y social marcado por el individualismo, una cultura super eficiente, una dedicación al trabajo que deja poco tiempo para responder a grandes preguntas existenciales como la del sentido de la vida. De este malestar interno pueden derivarse fenómenos como el suicidio, la depresión o el fenómeno de hikikomori . Estas son "formas de alienación y dificultades en las relaciones sociales, plagas reales para la sociedad japonesa, que representan “desafíos” para la misión de la Iglesia llamada a estar cerca de quienes sufren este malestar.
El p. Wessels argumenta que “muchos japoneses se asustan solo por el uso de la palabra ‘religión’, pero el profundo respeto por la naturaleza y hacia los demás, típico de la cultura japonesa, muestra ese temor reverencial que trae consigo un evidente sentido de los sagrado”. Numerosas prácticas en la vida diaria, señala el jesuita, pueden definirse como "religiosas": las visitas a los santuarios sintoístas y templos budistas; las oraciones periódicas sobre las tumbas de los antepasados; la actitud hacia el emperador, cuyo papel está envuelto en simbolismo religioso; los ritos funerarios budistas; la presencia de altares domésticos tradicionales en las familias. “Además – agrega-, la afiliación a una gran organización religiosa estructurada rara vez se considera una opción exclusiva”.
Por otro lado, según Wessels, “las instituciones católicas como las escuelas y los hospitales gozan de gran estima e incluso prestigio. Las obras educativas y sociales promovidas por la Iglesia generalmente son tan admiradas que se crea un fenómeno bastante curioso: a menudo, quienes han asistido a tales instituciones, se define a sí mismo como 'católico' incluso sin haber recibido el bautismo, y esto nos hace comprender la fluidez de la identidad religiosa en Japón”.
En el ámbito eclesial, "hay más de 500 mil católicos de otras nacionalidades" y, por lo tanto, se está llevando a cabo una “pastoral de integración para promover la unidad entre los fieles locales e inmigrantes dentro de la comunidad católica, que representan un depósito de entusiasmo en una comunidad que envejece". Este camino dibuja "un futuro multilingüe y multicultural para la Iglesia en la tierra del sol naciente", señala.
En este marco, con su visita apostólica, el Papa Francisco viene a "llamar la atención en una sociedad perfectamente organizada, enfatizando el tema central, que es ‘Proteger toda vida’, en un país que todavía está herido por el holocausto nuclear en Hiroshima y Nagasaki, lugares donde el Papa irá a lanzar un mensaje universal de paz". El Papa también viene a "alentar, fortalecer y despertar la fe de una pequeña comunidad que recuerda la experiencia de sus mártires y está llamada a atesorarla”.
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