Riobamba – “La vida virtuosa y la muerte heroica del beato Emilio Moscoso nos alienta a cada uno de nosotros a llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos con entusiasmo, como él lo hizo. Su testimonio es actual y nos ofrece un mensaje significativo: uno no puede ser martirizado, el martirio es el fruto de una fe arraigada en Dios y vivida día a día; la fe requiere consistencia, coraje y una capacidad intensa para amar a Dios y al prójimo, con el donarse a uno mismo”. Son las palabras del cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, durante la solemne celebración para la beatificación de Emilio Moscoso Cárdenas, jesuita y primer mártir de Ecuador. La celebración fue el 16 de noviembre en el Estadio Olímpico de Riobamba.
Emilio Moscoso nació en Cuenca el 21 de agosto de 1846 y murió mártir, asesinado a los 51 años el 4 de mayo de 1897, durante la Revolución Liberal de connotaciones anticlericales. Después de estudiar derecho se unió a la Compañía de Jesús siendo ordenado sacerdote en 1877. Completó sus estudios en Francia y España. Después de tres años en una escuela en Perú, regresó a Ecuador, primero al Colegio San Luis y después al Colegio San Felipe Neri , del cual fue nombrado rector en 1892. En un contexto de fuerte hostilidad hacia la Iglesia por parte de parte del gobierno, el 2 de mayo el padre Moscoso fue arrestado, pero la presión de las personas que apreciaban el trabajo de los jesuitas llevó a su liberación al día siguiente. El 4 de mayo, los soldados entraron por la fuerza a la escuela jesuita y después de realizar actos sacrílegos en la capilla, encontraron al padre Moscoso rezando el Rosario en su habitación. Lo asesinaron a sangre fría. El coronel responsable de la operación arrastró su cuerpo a la calle para continuar con el escarnio, pero tuvo que detenerse debido a la reacción de los soldados y las protestas de la población.
“Con la beatificación del padre Emilio Moscoso se nos presenta el modelo de un sacerdote que fue un valiente testigo del amor de Cristo”, dijo el cardenal Becciu. Los sacerdotes, religiosos y toda la Iglesia en Ecuador han de imitar al nuevo bendito que dio su vida por el Evangelio. Sus verdugos, eliminándolo, querían dañar la fe católica. Pero fue un intento inútil. El martirio de este heroico jesuita, siempre vivo en el recuerdo de la población, ha demostrado que la violencia no puede arrebatar la fe de las personas ni eliminar la presencia de la Iglesia en la sociedad. ¡Cuántos intentos ha habido en la historia de la Iglesia! Y, sin embargo, juzgada, burlada y perseguida durante siglos está más viva que nunca”.
Todos los obispos del Ecuador participaron en la solemne celebración de la beatificación, cerrando con ella su Asamblea Plenaria. En el texto que resume los trabajos, enviado a Fides, subrayan: “Ecuador atraviesa momentos delicados de inestabilidad política, social y económica. La pobreza que sufren muchos de nuestros hermanos y la necesaria interculturalidad nos instan a aprender a vivir las necesidades de una convivencia basada en la paz, la justicia y la equidad. Como pastores seguiremos acompañando a nuestra gente en la búsqueda de la paz”. “Concluimos con la beatificación del padre Emilio Moscoso, mártir de la Eucaristía. En torno a su martirio ratificamos la entrega de nuestra vida por la causa de la fe”, concluyen.
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