El Cairo - El Tribunal penal de el Cairo Norte ha aprobado la sentencia de condena a muerte para Ahmed Said al-Sonbati, el joven que el pasado 13 de octubre en una calle de las afueras de la capital egipcia agredió y asesinó a puñetazos y cuchilladas al sacerdote copto Samaan Shehata . El miércoles 15 de noviembre – refieren medios de comunicación egipcios – la documentación del proceso judicial fue depositada en la oficina del Gran Muftí de Egipto, que tendrá que confirmar la legitimidad de la sentencia desde el punto de vista de la doctrina jurídica islámica. La sentencia definitiva será emitida el próximo 18 de enero de 2018.
Durante el proceso, el homicida ha confesado que había preparado el asesinato y estudiado los movimientos del sacerdote antes de atacarle y matarlo. El padre Samaan fue atacado mientras estaba en su coche con otro sacerdote. El asesino lo obligó a bajarse del automóvil y luego arremetió contra él con puñetazos y golpes de navaja letales. Después del asesinato, algunas versiones publicadas por los medios de comunicación egipcios habían presentado al asesino como una persona con trastornos mentales. Algunos representantes de la Iglesia copta ortodoxa, como Anba Stephanos, obispo copto ortodoxo de Beba, al Fashn y Samasta, refutaron enérgicamente estas versiones, que presentaban el asesinato como un acto violento cometido por una persona loca. Antes del juicio, un examen médico atestiguó que el asesino no sufría ninguna enfermedad mental, y era plenamente consciente cuándo cometió el asesinato.
El sacerdote copto Samaan Shehata, casado y padre de tres hijos, pertenecía a una diócesis de Alto Egipto, se encontraba de viaje en El Cairo para recaudar fondos en beneficio de los pobres en su región. Después del asesinato, el Obispo capto ortodoxo Raphael, Secretario del Santo Sínodo de la Iglesia Copta Ortodoxa, emitió un comunicado en el que, entre otras cosas, deploraba el hecho de que muchos criminales y terroristas responsables de actos de violencia contra los cristianos no hayan sido castigados, mientras que otros incluso han sido liberados después del arresto. Esta anomalía, dijo Anba Raphael, contribuye a difundir la impresión de que los crímenes contra ciudadanos cristianos suelen permanecer impunes. .
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