Shillong – “Me dijeron que ustedes, los Khasi, son la primera tribu entre muchas en el noreste de la India en la que Dios ha elegido compartir el don de la fe. Como los israelitas, son las personas que han sido elegidas de una manera especial, bendecidas por Dios. Hoy podemos ver cómo han respondido de todo corazón a la llamada del Señor, y con su “sí” viven el don de la fe intensamente.
Siguiendo su ejemplo, muchas otras tribus han abrazado el cristianismo. Todos ustedes son apóstoles y predican, no con palabras sino con el testimonio. Que el Señor los bendiga cien veces”. Con estas palabras, el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangón, en Myanmar y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia, se dirigió a los fieles de los pueblos tribales durante una celebración eucarística en la ciudad de Shillong, en el noreste de la India. El cardenal fue invitado por el arzobispo Dominic Jala, quien había muerto trágicamente en un accidente automovilístico en los Estados Unidos. A pesar de la desaparición del arzobispo, el cardenal mantuvo su compromiso de ir a la región y visitar la comunidad.
“He escuchado mucho sobre la Iglesia en el noreste de la India. Me inspiraron las historias contadas por el arzobispo Jala sobre la fe profunda y la difusión del Evangelio. He escuchado sobre el pueblo Khasi y su amor por el mensaje de Cristo. La suya es una Iglesia vibrante, me da mucha emoción y energía espiritual”, afirmó el purpurado.
El Cardenal Bo dirigió un pensamiento “al arzobispo amado”, recordando cómo “la Eucaristía fue para él la fuente y la cumbre de la vida espiritual” e invitando a los fieles a seguir su ejemplo, “experimentando al Dios vivo, amoroso y liberador”.
“La Eucaristía es el centro de nuestra vida y nos hace evangelizadores y misioneros de la Buena Nueva. La Iglesia en el noreste de la India es una Iglesia evangelizadora y misionera. Ha enviado misioneros a varias partes del mundo”, dijo. “Con la Eucaristía Cristo rechaza las divisiones creadas por el hombre y une a la humanidad en diversos contextos sociales y económicos, el rey y los pobres, los fuertes y los débiles, los sanos y los enfermos: todos se unen en el altar eucarístico, todos son hijos de Dios. En la presencia de Dios, todos son iguales”, continuó.
Al colocar a la Eucaristía en el centro de la vida comunitaria, “la Iglesia genera esperanza y se convierte en una verdadera comunidad de fe. La Eucaristía nos lleva a ese sueño narrado en el Apocalipsis: el sueño de los cielos nuevos y la tierra nueva”, explicó, invitando a responder con fe y con el Evangelio a los desafíos de la pobreza y la injusticia, que también afectan a la región del noreste de la India.
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