La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol es una de las cuatro Obras Misioneras Pontificias. Fue fundada en 1889 en Caen, Francia, por la sra. Jeanne Bigard, con el apoyo de su madre Stephanie, inspirada por el vicario spostólico de Nagasaki, mons. Jules-Alphonse Cousin, obispo misionero del MEP, que quería formar a sacerdotes locales en Japón para proclamar el Evangelio a su pueblo. El propósito de POSPA es apoyar, con oración y ayuda financiera, la formación del clero local en las Iglesias de misión, así como la de los candidatos a la vida religiosa, hombres y mujeres.
"En el año 2019, cuando la Iglesia universal celebrará el Mes Misionero Extraordinario - afirma el p. Bognon -, hay algunas fechas significativas para nosotros: el primero de junio recordamos la fundación de la Obra, que tuvo lugar en 1889, hace 130 años. El 2 de diciembre de 2019 se cumple el 160º aniversario del nacimiento de la fundadora de la Obra, Juana Bigard , mientras que el 22 de abril se cumple el 85º aniversario de su muerte. Aunque estas fechas no constituyen un jubileo en el sentido común, son todavía una oportunidad para hablar de la POSPA: en muchos países, de hecho, la Obra, después de más de un siglo de vida y de compromiso continuo, es todavía poco conocida".
Fiel a su objetivo de ofrecer una "formación de calidad" a los futuros sacerdotes, la Obra desarrolla su trabajo ordinario en varios niveles. "Consideramos importante la formación de los formadores - dijo el p. Bognon- que aseguramos a través de encuentros en profundidad y becas. Se organizaron sesiones de formación en Roma, así como en algunos países de Asia y África. En algunos países se han previsto reuniones anuales, mientras que para muchos otros la voluntad de organizar este tipo de formación se enfrenta a la falta de recursos financieros. Sin embargo, estas sesiones de estudio son muy importantes, incluso necesarias, si queremos seguir formando sacerdotes de calidad para la Iglesia hoy y mañana".
En cuanto al apoyo a la formación mediante becas, el POSPA apoya a los estudiantes que estudian en universidades o colegios católicos del Camerún, la República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Kenya, Nigeria, Tanzanía y Bélgica. La mayoría de ellos se están preparando para ser formadores en seminarios o casas religiosas. Este año hay 302 sacerdotes, religiosos y religiosas. Dos años atrás se inició un programa experimental a favor de los futuros formadores pertenecientes a Congregaciones o Institutos Religiosos de Derecho Diocesano. Para este año académico 2018-2019, se han concedido becas a 21 religiosos de Ghana, República Democrática del Congo, Malawi y Nigeria. "Los programas de formación de formadores son de suma importancia si queremos ayudar a la Iglesia a superar los retos de calidad y credibilidad de las almas consagradas que necesita para su misión evangelizadora", afirma el p. Bognon.
La Obra colabora también con el Centro de Protección de la Infancia de la Universidad Gregoriana de Roma, financiando cada año la formación de seis sacerdotes y religiosos, "con el fin de poner a disposición de las Conferencias Episcopales personas competentes en el campo de la protección de menores", dijo el secretario general.
P. Bognon recuerda que en 2018 el POSPA envió subvenciones ordinarias a 737 seminarios, entre menores, preparatorios y especializados en África, Asia, Oceanía y América Latina. Precisamente: 383 seminarios menores con 47.556 seminaristas; 125 seminarios preparatorios con 4.703 seminaristas; 229 seminarios mayores con 24.500 seminaristas mayores. El POSPA también ha contribuido a la formación de novicias y novicios en 1.200 noviciados: 2.882 novicios y 5.212 novicias para un total de 8.094.
"A estos apoyos ordinarios -explica el p. Bognon- hay que añadir las subvenciones extraordinarias, porque el aumento de las vocaciones implica la ampliación o reestructuración de los seminarios existentes o incluso la construcción de otros nuevos. Recibimos continuas peticiones de rectores y obispos quienes nos piden ayuda para que el ambiente del seminario sea más funcional, siempre con la máxima sencillez y, por tanto, más adecuado para asegurar la formación serena de los futuros sacerdotes. Lamentablemente, a menudo nos vemos obligados a hacerlos esperar mucho tiempo por nuestra respuesta debido a la falta de fondos disponibles".
El p. Bognon, nacido en Benin, asistió a los seminarios de su país y completó su formación en Toulouse, Montreal, Roma y Jerusalén, subraya que gracias al compromiso de las Direcciones Nacionales de las Obras Misionales Pontificias, a pesar del continuo declive de la oferta desde hace algún tiempo, el año pasado se produjo una inversión de la tendencia, sobre todo gracias a algunos países de África y de los Estados Unidos. Además, durante mucho tiempo se ha instado a los seminarios a idear formas de autofinanciamiento, incluso mediante el compromiso de los feligreses con sus futuros pastores. "En la mayoría de los seminarios -explica- ya se han llevado a cabo o ampliado estas actividades, no sólo para la subsistencia diaria, sino también para acostumbrarse al sentido de la responsabilidad, al humilde trabajo que acerca al futuro sacerdote a la vida concreta de sus fieles del mañana".
La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol nació sensibilizando a todos los laicos para que participaran en la misión de la Iglesia, mediante el apoyo a la formación de sacerdotes en los territorios de misión concluye el p. Bognon. "Es un concepto que sigue siendo válido hoy, impulsado por la nueva realidad eclesial, que encontramos en la base del Mes Misionero Extraordinario de octubre de 2019, que pretende despertar en cada bautizado la responsabilidad de la missio ad gentes y de la caridad misionera " . .
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