Bangkok - Sexto día consecutivo de manifestaciones callejeras en Bangkok y otras ciudades de Tailandia: desde el 15 de octubre, las marchas continuan todas las tardes después de que la policía detuviese a los líderes de la protesta y desalojara la sentada nocturna de manifestantes frente al edificio del gobierno en Bangkok. Para sofocar la disidencia, el primer ministro Prayut Chan-o-cha había emitido un decreto que exacerba el estado de emergencia ya vigente por el Covid. El 16 de octubre, luego de la aprobación del decreto por parte del Ejecutivo, la policía utilizó cañones de agua para dispersar a la multitud reunida en el centro de la ciudad por la tarde. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y avergonzaron al gobierno que, en los días siguientes, permitió que las manifestaciones callejeras se llevaran a cabo sin la intervención de las fuerzas del orden, aunque continuaran las detenciones. El gobierno, según varios observadores, sigue indeciso entre medidas más duras o más blandas, que de momento parecen prevalecer. Hoy, 20 de octubre, el ejecutivo discutirá la convocatoria de una sesión especial del Parlamento para discutir la escalada del conflicto entre los manifestantes y el gobierno del primer ministro Prayut Chan-o-cha, cuya renuncia es lo que pide el movimiento.
La manifestación del 19 de octubre, convocada en tres puntos distintos de la capital, terminó pacíficamente a las siete de la tarde disolviéndose espontáneamente. El domingo 18 de octubre, los manifestantes se habían reunido en otras dos áreas de la ciudad mientras que el día anterior los manifestantes habían elegido cinco áreas diferentes. El sistema de comunicación del lugar de encuentro se realiza, gracias a las redes sociales, o a través del telefónico o telemática y todo al último minuto para evitar que la policía bloquee la afluencia: modo que, desde el pasado sábado, ha funcionado impidiendo que la policía se organice o bloquee las manifestaciones. Sin embargo, la policía ha recibido la orden de intervenir, mientras continúan las movilizaciones en casi veinte ciudades tailandesas y en la capital se registran procesiones masivas con decenas de miles de jóvenes.
Los agentes del orden han pedido permiso para bloquear cinco medios de comunicación independientes acusados de difundir noticias que podrían socavar la seguridad nacional. Pero por ahora, ningún sitio ha sido cerrado después de una protesta de académicos, periodistas y sociedad civil.
Los manifestantes reclaman la dimisión del Primer Ministro, una reforma de la Constitución que también cambia la composición del Senado y una modificación de los dos primeros capítulos de la Constitución sobre el papel de la monarquía. Las manifestaciones comenzaron el pasado mes de febrero, pero a partir de agosto cobraron nueva fuerza culminando el día 14 de octubre y, posteriormente, en una semana de continua movilización. Mientras tanto, el partido de oposición Pheu Thai ha pedido al tribunal que anule el decreto promulgado el pasado jueves por el Primer Ministro, que agrava el estado de emergencia.
Tailandia no es ajena a los movimientos de protesta: ha habido varias oleadas de manifestaciones durante la última década, así como un golpe militar. Pero esta campaña tiene una nueva cara: está compuesta mayoritariamente por estudiantes y trabajadores jóvenes. Su movimiento cuestiona tanto el poder del gobierno respaldado por los militares como la monarquía tradicionalmente venerada y saca a la luz reclamos democráticos latentes en la sociedad civil tailandesa.
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