Yaoundé - Desde 2016 se ha producido una crisis social y humanitaria en las regiones anglófonas de Camerún, donde vive el 20% de la población del país. La crisis señala una división histórica entre la mayoría de habla francesa y la minoría de habla inglesa, pero se amplificó tras las huelgas de octubre de 2016 por parte de profesores y abogados tras el envío de jueces y profesores de habla francesa a las regiones de habla inglesa occidental. La fuerte centralización ha generado un fenómeno de prevalencia de la parte francófona en los organismos públicos y estatales, seguido por una drástica disminución de representantes políticos anglófonos dentro de los órganos de decisión. Una crisis que se ha convertido en un intento de secesión implementado por grupos armados que hasta la fecha se han enfrentado con el ejército camerunés, generando una crisis humanitaria. Según ACNUR, 60.000 refugiados cameruneses han encontrado refugio en Nigeria. Como nos dice el hermano Eric Michel Miedji de la Congregación de los Hermanitos de Jesús de Foumban, “la violencia inducida por la crisis y la radicalización de los protagonistas es en gran parte el resultado de la pobre respuesta del gobierno: negación, desprecio, intimidación, represión, encarcelamiento y erosión de la confianza entre la población anglófona y el gobierno hasta el punto de que una probable mayoría de anglófonos ve un regreso al federalismo o la secesión como un posible resultado. Esta guerra sucia, con sus insoportables dimensiones políticas, económicas y sociales, ha generado graves consecuencias, entre ellas la huida de la mayoría de la población de estas regiones hacia los países vecinos y las ciudades de Camerún limítrofes con la zona de habla inglesa. Por tanto, se estima que en las ciudades y pueblos de Camerún hay más de un millón de desplazados internos, la mayoría de los cuales son jóvenes que no asisten a la escuela. Huyeron de la violencia, la lucha armada y las matanzas para buscar refugio en lugares seguros y pacíficos”.
En Foumban, hay más de 4.000 personas desplazadas . Personas que corren el riesgo de perderse: después del trauma de la guerra entran en la afasia del desempleo y corren el riesgo de cometer delitos y prostituirse. Los jóvenes no pueden ir a la escuela porque sus padres no tienen trabajo. “Nosotros, - continúa el hermano Eric -, seguimos a 250 jóvenes que intentamos formar y reintegrar en su entorno de vida en el menor tiempo posible. Pero también nos sentimos impotentes. Si pudiéramos tener más apoyo, podríamos encontrar soluciones concretas para el desarrollo social y económico y la integración de los desplazados”.
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