Abuja – “La disolución de la SARS no resuelve los enormes problemas de Nigeria, porque de nada sirve tratar los síntomas de una enfermedad cuando se conoce la causa principal”, dicen los obispos nigerianos en un comunicado sobre las violentas manifestaciones que aún conmocionan el país después de la anunciada disolución de la Brigada Especial Antirrobo , una unidad policial especial que tenía que luchar contra robos violentos pero que en cambio era responsable de acciones criminales contra la misma población
Para los obispos, de hecho, las violencias de los miembros del SARS son un espía de un mal mucho más grave: “La audacia y la impunidad con la que los funcionarios de la SARS han operado todo el tiempo es una manifestación del fracaso del Estado de Nigeria”.
El 13 de octubre, el jefe de policía de Nigeria anunció la formación de una nueva unidad policial, Special Weapons and Tactic , que se espera lleve a cabo las tareas que se habían encomendado a la disuelta SARS. “No es suficiente cambiar el nombre de la Brigada Especial Antirrobo disuelta y llamarla SWAT”, subraya el p. Uchechukwu Obodoechina, Director del Departamento de Asuntos Sociales de la Conferencia Episcopal de Nigeria. “La juventud nigeriana junto con el resto de ciudadanos nigerianos son testigos vivos de situaciones de pobreza y enfermedad, agravadas por la degradación de las infraestructuras, por los sistemas de salud en ruinas, por la inseguridad endémica y por una vida social incierta”, subraya el sacerdote. “El nivel de vida de la mayoría de las familias nigerianas promedio no es nada que entusiasme”, continúa el p. Obodoechina que recuerda cómo son insoportables las condiciones de “hambre y pobreza, el bandidaje y la inseguridad, el desempleo y la corrupción sistémica en las filas del gobierno, el abuso de los derechos humanos y el libertinaje de la clase política”.
Las protestas contra el SARS han dado lugar así a una protesta generalizada por la degradación de las condiciones de vida de la mayoría de los nigerianos y en particular de los jóvenes. “La juventud nigeriana, con sombría determinación, se ha despertado de su letargo para pedir no solo la disolución de la infame formación en seguridad, sino también un programa de transformación social inmediata capaz de garantizar una vida digna a todos los nigerianos”, subraya el p. Obodoechina.
“Los jóvenes que protestan merecen ser escuchados y tomados muy en serio”, dice el sacerdote, advirtiendo al gobierno que no reprima por la fuerza las manifestaciones, sugiriendo en cambio el camino del diálogo a través del establecimiento inmediato de un comité de “altos estadistas, líderes de opinión, grupos de la sociedad civil” para reunirse con los líderes de las protestas para encontrar una salida a la crisis.
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