Orán – “Suelo simbolizar la misión en Argelia, en la que vivo desde hace más de 10 años, como una jarra llena de agua fresca, que representa el amor de Dios del que estamos llenos y la forma en que se ofrece a las personas que nos encontramos”, escribe a la Agencia Fides sor Sandra Catapano, perteneciente a la Congregación de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles. La pequeña iglesia de Argelia vive una misión de cercanía al pueblo, que no se compone de grandes proclamas. Aquí se practica la cercanía, la caridad, la amistad, el diálogo y el testimonio de vida.
“Esta es la evangelización que vivimos, en el silencio de la palabra humana, pero con una presencia que clama en los oídos de nuestros hermanos y hermanas musulmanes. Os voy a contar un ejemplo - continúa la hermana Sandra -. Un día una de nuestras hermanas fue interrogada por un policía que insistentemente le reprocha: ¡Usted evangeliza! La hermana se defendía asegurando que sabe que está prohibido. Ella es una simple fisioterapeuta. El policía le explicaba que sabe que no está predicando directamente, pero le dice: ¡Hermana, tú evangelizas por el simple hecho de que estás aquí!”
La hermana Sandra explica que desde el primer día que llegó a Argelia se sintió llamada simplemente a difundir el amor de Dios a estos hermanos y hermanas. “Estamos en la diócesis de Orán en la frontera con Marruecos. La iglesia está formada por comunidades interculturales de estudiantes universitarios subsaharianos, parejas mixtas, migrantes, religiosos y religiosas, sacerdotes y voluntarios. Nuestro Instituto está presente aquí con una sola comunidad formada por la hermana Lydia, una enfermera y ostetrícia nigeriana; la hermana Philippine, de Togo, catequista, y yo, que soy enfermera. Nuestra comunidad está ubicada en el extremo oeste de la diócesis y nuestra parroquia está a 15 km de nuestra casa. Hay una fuerte presencia de jóvenes subsaharianos de otras confesiones cristianas y así comenzamos a realizar una celebración ecuménica cada tres semanas en lugar de solo la Misa. Esto está creando una unidad más grande, visible y positiva también para el barrio musulmán”.
La misionera prosigue su testimonio subrayando que en el territorio de unos 1.500 km2 en los que trabajan son la única presencia de religiosos con actividades de formación y alfabetización para mujeres, cursos de apoyo en francés e inglés, enfermeras a domicilio, asistencia social, visitas a familias en dificultad y con minusválidos, presos cristianos migrantes, además del catecumenado en la parroquia. “Es un pueblo con grandes posibilidades, que necesita que se reconozcan sus valores, pero que aún tiene que crecer en la unidad entre las etnias, respetando las minorías y las diferencias religiosas, para que todos puedan vivir plenamente su ciudadanía y construir una Argelia protagonista de la unidad entre los países africanos”.
Paul Desfarges Obispo de Argel escribe: “La Iglesia de Argelia tiene una misión. Debemos ser tejedores de amistad, fraternidad y paz con todos. Estamos llamados a desarmar corazones. Somos una Iglesia de encuentro. Fue una bendición del cielo la beatificación de los 19 mártires, asesinados por no querer salir de una tierra musulmana en la década negra del terrorismo islámico que de 1991 a 2002 se cobró 150.000 víctimas. Ha pasado más de un año desde la beatificación que tuvo lugar el 8 de diciembre de 2018 en Orán. La vida de cada uno de ellos fue una vida entregada a Dios y a Argelia. Historias en nombre del intercambio y el servicio. Asociamos nuestros beatos con los miles de argelinos que perdieron la vida. Todavía hoy nos repiten: el nuestro es el Islam de la convivencia”.
La población decía a las religiosas misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles en los años noventa en Argelia: “¡No se vayan! Ustedes son la piedra que permite que la puerta permanezca abierta”. La presencia de los futuros 19 mártires de Argelia representaba precisamente esto: una voz amiga, una esperanza de que el país no se habría cerrado.
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