Battambang – “Estamos aquí para construir el bien común, para construir una sociedad inclusiva y para llevar la alegría de la vida en Cristo, a todas partes, a todos los hombres y mujeres. Como creyentes en la Resurrección, como hombres y mujeres de esperanza, traemos una visión positiva, de esperanza, alegría y felicidad”. Así Mons. Enrique Figaredo Alvargonzalez SJ, jesuita español y Prefecto apostólico de Battambang, describe la misión de la Iglesia en Camboya. Mons. Figaredo es conocido por su incansable compromiso con la asistencia humanitaria a los más necesitados, indigentes y vulnerables en Camboya. Llegó como misionero a Camboya en 1985,y fue nombrado Prefecto Apostólico de Battambang en 2000. Mons. Enrique Figaredo Alvargonzales ha fundado escuelas, hospitales y centros para ayudar a los marginados de la sociedad, prestando siempre la máxima atención al campo de la educación.
En 1991, en Phnom Penh, fundó “Banteay Prieb” donde los niños mutilados por las minas son acompañados en su camino de crecimiento y las personas con discapacidad pueden construir sillas de ruedas siguiendo el modelo utilizado en el Zona del Mekong : de ahí el sobrenombre que la acompaña, el “Obispo de las sillas de ruedas”. En Battambang, donde dirige una comunidad con unos 5.000 católicos, fundó el “Centro Arrupe” y promovió el desarrollo en toda la diócesis con proyectos de educación, formación profesional para adultos, infraestructuras y ayuda humanitaria: “Hemos fundado escuelas para niños discapacitados, centros de formación profesional para mujeres, hospitales de asistencia a los enfermos”, informa.
Contactado en Battambang, con motivo del mes de Octubre misionero, por un equipo de la dirección australiana de las Obras Misionales Pontificias , el Prefecto, en la entrevista compartida con la Agencia Fides, habla sobre el trabajo evangélico de “devolver la dignidad a los niños mutilados”, para que puedan seguir viviendo con una sonrisa. “En el futuro quiero ser feliz, me dijo uno de ellos”, dice mons. Figaredo. “Y el secreto de la felicidad, me dijo el niño, es que todos se preocupan por los demás, en la familia, en la comunidad del pueblo. El amor fraternal es la clave de la felicidad. Es el testimonio de fe que recibo de los pequeños y de los pobres, que cada día nos evangelizan”, apunta.
El Prefecto Apostólico prosigue: “Dios me dice que puedo encontrarme con Él en la gente: en los pobres, en los marginados, me da la gracia de ver las chispas de su presencia. Es realmente iluminador para mí ir a visitar pueblos remotos. Un anciano me contaba de su difícil vida, pero hablaba con una serena visión del futuro: estamos juntos, dijo, en la construcción del futuro y confiamos en Dios. Esto lo aprendo de ellos, esta mirada de fe me toca el corazón”.
El jesuita utiliza la imagen de la jirafa como metáfora y símbolo de la misión de los cristianos en Camboya: una presencia amable, no violenta, pero vigorosa. “La jirafa tiene el corazón más grande del reino animal, incluso más grande que el elefante: significa para nosotros un corazón capaz de amar, fuerza, compasión. Y, gracias a su altura, tiene una visión panorámica, puede mirar lejos: un signo de visión espiritual y mirada de fe sobre la vida. Vive en paz en la sabana con muchos otros animales diferentes: para nosotros esto significa saber estar en diálogo y pluralismo, como una pequeña comunidad cristiana en un país de mayoría budista, promoviendo la convivencia pacífica entre culturas, etnias, diferentes religiones”.
La Iglesia Católica en Camboya es una comunidad de alrededor de 20.000 fieles, divididos entre el Vicariato Apostólico de Phnom Penh, la Prefectura Apostólica de Battambange y la Prefectura Apostólica de Kompong Cham, de unos 16 millones de habitantes totales del país. En 2005 celebró 450 años de presencia de la fe católica en el país, que llegó en 1555 con el primer misionero dominico el p. Gaspar Da Cruz.
Link correlati :El vídeo de la entrevista al Prefecto Apostólico Figaredo en el canal Youtube de la Agencia Fides:
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