ASIA/MYANMAR - El obispo Tjephe: “La Iglesia tiene un papel importante en el proceso de paz”

Loikaw – “La Iglesia católica ha tenido y sigue teniendo un papel importante en el proceso de paz en Myanmar. Y podemos decir con satisfacción que en el Estado Kayah el alto el fuego se mantiene desde hace años y sin ningún episodio de violencia en los más de cinco años de mi servicio como obispo de la diócesis. Quisiera recordar a mi predecesor, el obispo Sotero Phamo, hombre que tuvo un papel fundamental en el proceso de pacificación y que fue el primer prelado Kayan de la diócesis”. Así lo declara a la Agencia Fides Mons. Stephen Tjephe, obispo de la diócesis de Loikaw, capital del Estado Kayah, uno de los lugares de Myanmar donde la presencia católica es una realidad muy significativa, hasta el punto de que el Estado es definido con frecuencia como el “bastión del catolicismo”, con cerca del 30% de católicos entre la población, mientras que la media nacional de Myanmar es aproximadamente del 1%. “El motivo es simple: en esta región del país las palabras de un sacerdote suelen ser escuchadas porque entre los hombres en armas hay muchos católicos que tienen confianza en la Iglesia”. Los hombres que poseen las armas han adherido a la llamada de no usarlas, subraya el Prelado.
“Por lo demás - añade el prelado - tenemos relaciones también con el ejército birmano y en el llamamiento a la tregua, lanzado por el arzobispo Bo, todos hemos firmado esta petición de paz, dirigiéndonos a todos los birmanos, sin excluir a nadie”. Mons. Tjephe, consagrado obispo en 2009, es un hombre abierto y amable. Viene de una familia kayan y conoce muy bien la región: “En nuestro estado, en cada pueblo hay una capilla y muchos sacerdotes birmanos se han formado aquí, en nuestros centros religiosos”. Una cosa que sorprende al llegar al Kayah, es el número de iglesias que hay. Majestuosas, como la nueva catedral de Loikaw, o pequeñas y diseminadas a lo largo de las calles o en los pueblos. Se alternan con las pagodas, añade el obispo, “hay también mezquitas además de los lugares de culto protestantes. La gente convive en paz y tolerancia. Y nuestras relaciones son excelentes con todos, budistas, protestantes, musulmanes”.
La presencia católica en esta región comenzó a finales de 1800 con la llegada de los primeros misioneros del Instituto de Misiones Extranjeras , hasta que el padre Antoniuo Cazzuloni se estableció en 1893 en Solyaku a 30 kilómetros de Loikaw. Hoy, los más de 90.000 católicos de Kayah - casi un tercio de los 355.000 habitantes del Estado - pueden contar con 41 parroquias en casi 300 pueblos, un centenar de sacerdotes, más de 230 religiosas y más de 220 catequistas. Pero la consistente presencia católica no es la única particularidad del Kayah que es el único Estado de Myanmar que no tiene un solo caso de Covid-19. “También es verdad - continúa el Obispo - que aquí no se hacen muchas pruebas, pero las medidas de precaución han sido observadas con atención y rigor. La catedral, como las otras iglesias y otros lugares de cada culto, está cerrada al público y mantenemos la Misa en directo a través de Facebook. Podemos dar a los fieles la santa Eucaristía - añade - es posible pero sólo a grupos de 4 personas”. Los tampones para el Covid-19, explica el prelado, se administran a quienes regresan del extranjero: de Tailandia, de China, de Malasia. “Incluso entre ellos no se han registrado casos - añade - y de todos modos existen centros de cuarentena. Durante más de dos meses la capital Loikaw ha estado en régimen de bloqueo. Incluso en los pueblos las reglas se respetan, aunque quizás con menos cuidado. En cuanto a nosotros, los católicos, nos dimos que hacer, aportando nuestra contribución - dice mostrando el almacén - distribuyendo máscaras y desinfectantes pero también dando información donde sea necesario”.
El Kayah sigue siendo una realidad sorprendente también desde el punto de vista étnico, con una mezcla de lenguas, dialectos y tradiciones en una región donde el 75% de los habitantes pertenece a minorías étnicas. “En muchos casos sobreviven creencias animistas que forman parte de una tradición secular”, explica Mons. Tjephe, mostrando una sala en su residencia episcopal destinada a museo, llena de artefactos: grandes y pequeños gongs de bronce, tejidos, complejos trabajos de bambú trenzado, instrumentos musicales e incluso arcos y flechas y un uniforme, bien conservado, de época colonial. En la habitación de al lado está el refectorio. En las paredes están los retratos de los misioneros, padres de la fe, en una especie de larga galería de imágenes de familia. Los primeros todos italianos y, entre ellos, también quién pagó su misión con el martirio como el padre Mario Vergara, Pime, asesinado con el catequista local Isidoro en Shadaw en 1950; los dos fueron beatificados el 24 de mayo de 2014. Pero desde hace algunos años, los nombres de los sacerdotes y de los obispos en los cuadros de las paredes son todos birmanos, signo del crecimiento y del desarrollo de la Iglesia local, que ha hecho tesoro de la herencia de los misioneros.




Agenzia Fides
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