Addis Abeba – “Estamos viviendo en un clima de tensión debido al período de profunda transformación y las numerosas reformas iniciadas por el gobierno que, con las que evidentemente, no todos están de acuerdo. Pero la Iglesia está presente y llama continuamente al diálogo para que prevalezcan los valores comunes y, a través del encuentro, se pueda trabajar juntos por el bien del país”. Estas palabras declaradas a la Agencia Fides por el cardenal Berhaneyesus Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba y presidente de la Comisión para la Reconciliación Nacional - establecida por el primer ministro Abiy Ali, Premio Nobel de la Paz 2018 – son claras y concisas. Hablando de la situación actual de Etiopía, el país que tal vez simboliza mejor la fase de desarrollo y transición democrática del continente africano, al mismo tiempo oprimido por profundas tensiones agravadas por la pandemia, el Cardenal explica el papel principal que la Iglesia Católica quiere jugar estando del lado de la población: “La pandemia está haciendo mucho daño. Como Iglesia, hemos querido de forma inmediata, dictar pautas de comportamiento y lanzar programas de apoyo. Ha habido muchas pérdidas y, entre ellas, nuestro querido Mons. Angelo Moreschi, Vicario Apostólico de Gambella, en el oeste de Etiopía: que regresó a Italia por problemas de salud, y una vez allí contrajo el Covid-19 y falleció el 25 de marzo de 2020. El coronavirus está creando muchos efectos secundarios dañinos. Uno de estos es el gran aumento de la violencia contra las mujeres y los niños registrado en el período de encierro que todavía cosecha muchas víctimas”. El cardenal continúa: “Un grupo muy activo de artistas se dirigió a nosotros y decidimos apoyar la iniciativa ‘Zim alilin’ , lanzada por ellos, para encender un foco constante sobre el fenómeno y prevenir y proteger a los afectados. Hemos puesto a disposición nuestro compromiso en la protección contra el abuso y estamos trabajando con nuestro departamento dedicado a promover la campaña y ayudar a las víctimas”.
Además de los problemas internos, el país se enfrenta a las tensiones con algunos países vecinos. Entre estos, uno de los más complejos es el de la Gran Presa del Renacimiento en el Nilo Azul. “Etiopía está tratando de construir la gran presa en el río que garantiza el 85% del agua a Sudán y Egipto, pero que se considera una bendición de nuestro país: en realidad es una bendición para todos porque el agua no se detiene, fluye y bendice a todos. Como Iglesia Católica, hemos expresado una posición clara que apunta a una solución ecua para un uso justo de estas aguas internacionales. Etiopía tiene una gran necesidad de estas aguas debido a la escasez de electricidad. Alrededor del 65% del país tiene grandes dificultades para obtener energía y, en algunas áreas remotas, la población corta árboles para producir energía para combustible. Si continúa así, pronto llegará a una desertificación preocupante: no podemos permitirnos el lujo, la represa es la herramienta para salir de la pobreza, para garantizar que la escuela sea accesible para todos - en el período de encierro se ha visto claramente que no es posible conectarse desde casa para muchos niños -, no para ofender a nuestros vecinos”.
Por otro lado, la relación con la vecina Eritrea es de un tono diferente que, aunque entre varios problemas, parece prometer desarrollos positivos. El domingo 19 de julio hubo otro intercambio de visitas entre el primer ministro Abiy Ali que voló a Asmara para reunirse con el presidente de Eritrea, Isaias Afwerki. El Cardenal señala: “Estamos muy seguros de los pasos que se han dado para romper las dificultades históricas en las relaciones y esperamos desarrollos útiles para los dos países. Hay cuestiones fundamentales como el uso de los puertos y las fronteras que deben abordarse y el deseo es que lo hagamos como pueblos dispuestos a trabajar juntas como buenos vecinos”.
Publicar un comentario