Kampala - En Uganda, es probable que el coronavirus consiga crear más muerte por los efectos secundarios, derivados del bloqueo que ha detenido las actividades sociales y ha complicado el acceso a los hospitales. La alarma sobre lo que parece ser una paradoja la lanza Martin Ogwang, director médico del Hospital de Lacor, una instalación propiedad de la diócesis de Gulu. Según el médico, la alarma por la propagación de Covid-19 y las medidas tan duras tomadas para contenerlo están obstaculizando el acceso a los hospitales, especialmente a las salas de obstetricia y pediatría.
Por el momento, el virus no ha tenido graves consecuencias en el país. Según los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud, el 9 de julio se registraron 935 casos y ninguna muerte. Sin embargo, en el pasado, Uganda tuvo hacer frente a dos emergencias sanitarias terribles que han dejado su huella en la memoria colectiva. Por ello, tan pronto como el coronavirus comenzó a extenderse, las autoridades de Kampala implementaron una estricta cuarentena. Las medidas de distanciamiento social comenzaron el 18 de marzo: las reuniones de personas están prohibidas, todas las formas de transporte público están interrumpidas, las tiendas están cerradas, el uso de máscaras es obligatorio. Estas medidas, aplicadas rigurosamente por la policía, se han relajado parcialmente, pero han causado y están causando graves consecuencias.
“Una de las medidas implementadas - explica Martin Ogwang a la Agencia Fides -, fue la prohibición del transporte público, utilizado por la mayoría de las madres más pobres para llegar al hospital. Incluso las pocas que tienen medios de transporte personales todavía necesitan de una autorización de las autoridades del distrito para viajar. Esto ha significado que las mujeres no pueden llegar a los centros de salud. Los números son claros: en enero tuvimos 720 admisiones al departamento de obstetricia, en abril 475; igualmente en enero 600 admisiones a la sala de pediatría en comparación de las 300 en abril. Por lo tanto, la asistencia al hospital disminuyó a la mitad”.
“Los niños que vemos en este período - observa Venice Omona, pediatra de Lacor -, están muy enfermos: vinieron después de que los padres intentaron, sin éxito, tratarlos en casa o en pequeñas clínicas cercanas. Llegan tarde, cuando la situación es grave, muy grave. La mayoría de ellos tienen malaria, anemia, diabetes”. Francis, de 5 años, fue acompañado por su tía Ailing, quien lo llevó a su espalda caminando en el frío de la noche durante más de 30 kilómetros. “No sabía a quién llamar para ayudarnos con el transporte - dijo a Josephine -, por lo que me puse en camino a pie”. Llegó al hospital de Lacor después de seis horas. Francis estaba en estado grave, pero fue curado y, después de unos días, dado de alta.
No es solo un problema de transporte. También hay miedo entre las personas. “Muchos –continúa Martin Ogwang– piensan que si la epidemia estalla, sin duda comenzará en los hospitales. Por lo tanto, las mujeres y los hombres se mantienen alejados de las estructuras públicas. Sin embargo, el Hospital de Lacor permanece abierto, pero hemos instituido algunas medidas para proteger al personal médico y a los pacientes. Por ejemplo, tenemos un proceso a seguir muy riguroso en todas las entradas del hospital”.
Por lo tanto, las personas solo llegan al hospital cuando lo necesitan en extremo y, a menudo, cuando las personas a tratar se encuentran en condiciones muy graves. Un caso emblemático es el de una madre de 37 años que fue llevada a un centro de salud cercano. Comenzó a sangrar desde su casa en medio de la noche, pero no pudo ser transportada al hospital. Le llevó seis horas llegar al centro de salud más cercano. Ni allí ni en el hospital público han logrado intervenir. Cuando llegó al hospital de Lacor, estaba en estado de inconsciencia, ya no era posible hacer nada por ella o por el bebé que llevaba en su seno.
“Si el bloqueo continúa - concluye el pediatra -, podríamos perder a muchos niños que no pueden llegar al hospital a tiempo, especialmente bebés o niños pequeños con malaria y anemia falciforme. El coronavirus en Uganda también es esto”.
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