Juba - La paz aún está muy lejos en Sudán del Sur. La violencia está muy extendida en todo el país, viendo involucrados a los ganaderos, en busca de pastos para sus animales, y sobre los cuales se ha creado una profunda rivalidad política. “Aquí parece que la inestabilidad es endémica” explica a la Agencia Fides Giorgia Gelfi, gerente de proyecto de la Ong “Cuamm - Médicos con África”. “Las personas están casi acostumbradas a un estado de tensión constante que tiene sus raíces en la política, pero también en la historia y la cultura de este país", señala.
Sudán del Sur, que se independizó en 2011, colapsó en una guerra civil en 2013 cuando algunos soldados de etnia dinka, leales al presidente Salva Kiir, iniciaron enfrentamientos con los del grupo étnico nuer, liderados por el vicepresidente Riek Machar, y acusados de preparar un golpe de estado. En 2018, Kiir y Machar firmaron un acuerdo para compartir el poder. Sin embargo, el 28 de agosto, Machar y los líderes de otros grupos se negaron a firmar la última parte del acuerdo, alegando que las disputas sobre la división del poder y la adopción de una nueva constitución no se habían manejado eficientemente.
Los dos líderes luego volvieron a negociar la paz en septiembre de 2018 mediante la firma del acuerdo de paz, gracias a la presión de los poderes regionales e internacionales. Según los términos del acuerdo, Machar nuevamente habría servido como vicepresidente. Finalmente, Kiir y Machar llegaron a un acuerdo para formar un gobierno de unidad el 22 de febrero de 2020, a pesar de continuar en conflicto por cuestiones internas.
“El nombramiento de nuevos gobernadores - continúa Giorgia Gelfi -, podría llevar a un punto de inflexión. El presidente Salva Kiir les ha ordenado restaurar la paz en sus respectivas áreas: es una orden perentoria que esperamos traiga serenidad y nos permita operar pacíficamente en el área”.
Mientras tanto, en el país, inicialmente preservado de la epidemia, los casos de coronavirus están aumentando y, con ellos, la emergencia. “La situación - continúa Giorgia Gelfi -, aparentemente está bajo control.
Solo hay 2.300 casos confirmados y unas cuarenta muertes. Sin embargo, tememos que la situación sea peor. Se realizan pocos tampones en el país, el riesgo es que la infección esté más extendida de lo que se piensa”.
La ciudadanía tiene poca conciencia del peligro. Las distancias no se mantienen ni se usan mascarillas. Las instalaciones son pocas y están mal equipadas. Para hacer frente a la propagación de la epidemia en África, gracias a la contribución de donantes italianos e internacionales y la asociación entre las Naciones Unidas, la Ong “Cuamm - Médicos con África” ha enviado materiales de diagnóstico a cinco hospitales, como termómetros infrarrojos y concentradores de oxígeno, pero también filtros y tanques para agua y sistemas de ultrasonido portátiles.
“La operación - explica Don Dante Carraro, director de Médicos con África Cuamm -, fue facilitada por la asociación entre Cuamm y las bases de respuesta de emergencia humanitaria de las Naciones Unidas, administradas por el Programa Mundial de Alimentos, incluida Brindisi, una colaboración lanzada en plena emergencia Covid en abril de 2020. Un acuerdo valioso y estratégico que permite el acceso a una red de vuelos y centros humanitarios que siempre están activos, para garantizar el transporte oportuno de materiales esenciales en situaciones de emergencia”.
Son una ayuda valiosa porque el Covid-19 no es la única emergencia a la que se enfrenta Sudán del Sur. “La temporada de lluvias ha llegado –concluye Giorgia Gelfi– y, con ella, la malaria. Los síntomas iniciales son los mismos que los del coronavirus. Por lo tanto, para nosotros será aún más complicado ayudar a las personas que llegan a nuestros centros. Un desafío más en una situación ya compleja”.
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