Ciudad del Vaticano - El Fondo de Emergencia establecido por el Papa Francisco en las Obras Misionales Pontificias para apoyar a las Iglesias de los países misioneros que se enfrentan a la emergencia Covid-19 continúa su trabajo teniendo en cuenta las numerosas solicitudes procedentes de todo el mundo y el envío de ayuda a las diócesis, según la disponibilidad. La mayoría de estos territorios confiados al Dicasterio Misionero habitualmente viven normalmente en situaciones económicas, sociales y de salud extremadamente precarias, que la pandemia de Covid-19 está exacerbando aún más, dificultando el trabajo de evangelización y promoción humana. Entre las últimas ayudas enviadas por el Fondo de Emergencia de las OMP se encuentran algunas circunscripciones eclesiásticas de África, Asia y América.
Desde el comienzo de la pandemia, la Arquidiócesis de Conakry, en Guinea, ha experimentado grandes dificultades pastorales y económicas que han ido incrementándose. El cierre de los lugares de culto y las actividades pastorales ha obligado al uso de la televisión y las redes sociales para continuar de alguna manera el trabajo de evangelización, mientras que las restricciones por el aislamiento, en el contexto de una economía ya frágil, también han afectado a la Iglesia local, que debe garantizar el apoyo a los sacerdotes e institutos religiosos, que generalmente viven de las ofrendas de los fieles.
En Chad, uno de los países más pobres del planeta, dos diócesis se han beneficiado de la ayuda del Fondo OMP. En la diócesis de Mondou, la mayoría de la población vive de una economía informal. La Iglesia local brinda un apreciado servicio a la sociedad a través de las escuelas y la atención médica, administradas casi en su totalidad por religiosos y religiosas, pero el cierre repentino de escuelas y centros de asistencia después de la emergencia del coronavirus dejará marcas indelebles a nivel educativo, psicológico, económico y sanitario, que ya empiezan a verse. Para ayudar a aliviar los efectos de la crisis alimentaria y de salud entre la población más vulnerable de la diócesis de Lai, en Chad, donde la agricultura es la ocupación predominante, la ayuda se utilizará para comprar semillas y garantizar el funcionamiento de los medios de transporte agrícolas. Se beneficiarán cien personas por cada parroquia y los diversos centros de salud, además de proporcionar apoyo alimentario al personal apostólico y a la radio diocesana, que a través de sus programas sensibiliza a la población sobre el coronavirus.
En Madagascar son tres diócesis a las que ha llegado la ayuda solicitada. Antsiranana, en el extremo norte del país, que tiene una población joven, 55% tiene menos de 18 años, por lo que el compromiso pastoral está dirigido principalmente a la educación y a las familias. Debido a la pandemia, es probable que este año escolar sea catastrófico: muchos estudiantes ya no asisten a la escuela y muchas escuelas corren el riesgo de ser cerradas porque los gerentes no tienen recursos para pagar a los maestros y los padres no pueden contribuir económicamente.
En la diócesis de Antsirabé, la estructura pastoral particularmente afectada por la pandemia es el Centro Diantana, llamado "el pulmón de la diócesis". La estructura acoge reuniones de formación, retiros espirituales, reuniones y otras actividades, trabajadores pastorales, miembros de movimientos eclesiales, religiosos y religiosas, grupos ... Cada mes acoge la reunión de los sacerdotes de la diócesis. Desde marzo, todas las actividades del Centro se han suspendido y los recursos financieros para garantizar su mantenimiento se han agotado.
En la diócesis de Miarinarivo, el compromiso pastoral de la Iglesia se lleva a cabo sobre todo mediante la enseñanza en las escuelas, incluidos dos institutos para los pobres. Los maestros no reciben su salario desde de la suspensión de las clases y el cierre de las iglesias. Al no recibir subsidios del estado, tienen dificultades para comer incluso una vez al día. La ayuda enviada también se utilizará para el sustento de seminaristas, institutos religiosos y en particular de los encarcelados, ancianos y huérfanos, que son los grupos más débiles afectados por la pandemia.
En la diócesis de Ziguinchor, en Senegal, con la suspensión de todas las actividades litúrgicas y pastorales, las parroquias se enfrentan a enormes dificultades para garantizar la supervivencia alimentaria de los sacerdotes y religiosos, que colaboran decisivamente en la misión de la Iglesia y del personal de servicio de las estructuras eclesiales.
El coronavirus aún no ha llegado al Vicariato Apostólico de Inirida, en Colombia, pero está presente en sus fronteras inmediatas, por lo tanto, las medidas de prevención son particularmente rigurosas. Tales medidas han causado una grave crisis económica, que pesa sobre las estructuras eclesiásticas, en un territorio marcado por dificultades de acceso que siempre han representado un gran límite para su desarrollo económico.
La Arquidiócesis de Dili, en Timor Oriental, está compuesta principalmente por jóvenes. Por lo tanto, el apoyo del Fondo se destinará a varios cientos de familias, contando que cada una tiene un promedio de 2 a 5 hijos, a través de apoyo en alimentos y bienes de primera necesidad.
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