Maseru – “Hasta ahora Lesotho ha visto solo diecisiete casos confirmados de COVID-19 que lo convierten en el país con la tasa de contagio más baja en la región del sur de África. Sin embargo, hay que decir que solo 2.130 personas han sido sometidas a test en una población de 2.1 millones de habitantes”, dice el p. Oseas Chale, un sacerdote del pequeño país del sur de África.
Sin embargo, estos bajos números de casos de COVID-19 registrados hasta ahora en Lesotho no deben hacer bajar la guardia por una serie de razones. “En primer lugar - dice el p. Chale -, por la posición geográfica del país, que está completamente rodeado por la República de Sudáfrica, país que ha registrado el mayor número de casos en el continente, unos cien mil. Dado que varios de sus ciudadanos viven y trabajan en Sudáfrica, Lesotho sigue estando en alto riesgo de contagio. El confinamiento impuesto en marzo por las autoridades sudafricanas obligó a muchos expatriados de Lesotho a regresar a sus hogares. Algunos de estos utilizaron puntos de entrada al país ilegales, evitando así el screening en los puntos de entrada oficiales. Al no hacerse las pruebas significa que no se puede rastrear si son positivos y esto conlleva riesgos para las comunidades locales”.
“La Iglesia Católica de Lesotho se ha movilizado para sensibilizar a la población sobre la pandemia de COVID-19 y continúa trabajando para que se actúen los comportamientos que podrían ralentizar los contagios”, subraya el p. Chale. “Entre las actividades más destacadas podemos mencionar el distanciamiento social, con las iglesias que han parado las celebraciones litúrgicas públicas desde el 29 de marzo. Los fieles no han podido recibir el consuelo de los sacramentos desde hace algún tiempo, ni se han realizado retiros o seminarios u otras reuniones. Esto representa un desafío sin precedentes para la Iglesia y la sociedad de Lesotho”, continúa el p. Chale. “El bloqueo y el distanciamiento social impuestos por el Estado y aceptados por la Iglesia también han disminuido en gran medida la colecta de ofrendas, con repercusiones en la obra misionera de la Iglesia, que depende de su sustento en las comunidades locales. El trabajo caritativo de la Iglesia, que es tan importante durante este período, se ve terriblemente obstaculizado porque los recursos materiales no son tan disponibles como antes”, dice el sacerdote.
Pero el p. Chale también dice que finalmente “hay buenas noticias en el horizonte ya que se ha anunciado que los servicios religiosos se reanudarán el 5 de julio bajo ciertas condiciones”. Entre tales condiciones está un límite en el número de personas que asisten a una función en un momento dado, asegurando la distancia entre las personas en la iglesia. La duración de la función debe limitarse a una hora. Se ha animado a los sacerdotes a celebrar la mayor cantidad de misas posibles, siempre que el número de fieles permita el distanciamiento social recomendado. Otras disposiciones incluyen el lavado de manos con agua y jabón o un desinfectante a base de alcohol en la entrada del edificio de la iglesia y la desinfección del edificio de la iglesia antes y después de cada celebración. Además, todos los participantes deberán usar una mascarilla, incluido el sacerdote, y la Sagrada Comunión solo se podrá recibir en la mano. Por último, siempre se compilará un registro de los presentes en la Iglesia para permitir trazar los contactos en caso de casos positivos del virus.
“La Iglesia en Lesotho, a pesar de las difíciles condiciones causadas por la pandemia del COVID-19, continúa respondiendo a la gran misión de Jesús: ‘que puedan tener vida y tenerla en abundancia’ ”, concluye el p. Chale.
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