Roma – “Este año celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús en un contexto particular marcado por la pandemia de Covid-19 que todavía está causando gran tragedia y dolor en todo el mundo. Con confianza en Dios, enviamos la invitación a todo el Instituto para contemplar el Corazón de Jesús abriendo nuestros corazones al misterio de su amor para que este misterio pueda tocarnos profundamente, liberarnos de todas las fuerzas que nos mantienen encerrados o aislados y ayudarnos a que seamos fieles a nuestra consagración y misión”. Así comienza el mensaje del Secretario General de Formación y del Consejo General con motivo de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra hoy, 19 de junio, dirigido a los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús .
“Como discípulos misioneros - está escrito en el texto -, entramos en la escuela del Corazón de Jesús, que en su humanidad nos revela el Corazón de Dios, el Corazón del Buen Pastor que sale, se acerca a los pobres, los que sufren y los marginados ... Se trata de participar en el amor que siempre se comunica, siempre comunica y que, si es recibido por el amado, siempre da vida, hace crecer y educa en el sentido latino de ‘educere’, que significa sacar lo mejor del ser humano”.
El mensaje señala que “este encuentro con Cristo pone en marcha un proceso de conversión, formación y transformación o, mejor aún, de 'cristificación' que dura toda la vida y que debe tocar el corazón”. Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, en el camino de la formación inicial y continua, a nivel personal e institucional, están llamados a “cultivar, profundizar, contextualizar” la espiritualidad del Corazón de Jesús, “para que nuestra vida entera se adhiera cada vez más al 'programa' que está contenido en nuestro nombre”.
Citando a San Daniele Comboni, quien habla del Instituto “como el Cenáculo de los Apóstoles, un punto luminoso que envía tantos rayos que brillan, calientan y revelan juntos la naturaleza del Centro del que emanan”, el mensaje concluye con el deseo de que “El Corazón de Jesús sea verdaderamente el Centro de comunicación entre todos los hermanos de religión y que podemos hacer de la comunicación fraterna un instrumento para construir puentes, para unir y compartir la belleza de ser hermanos en misión en un momento marcado por los contrastes, la división y la indiferencia”.
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