Nampula – “La gente está aterrorizada y huye de las aldeas. Ahora solo en Namialo son ya dos mil, y más de 300 aquí en Nampula. Huyen de la violencia y la destrucción que sacude la provincia norteña de Cabo Delgado desde hace varios meses. La situación es delicada”. Así es como Arlain Pierre, un misionero scalabriniano en Nampula, describe a la Agencia Fides la delicada situación política, militar y social del norte de Mozambique.
“Nadie sabe quiénes son realmente los autores de estos ataques - continúa el padre Arlain -. Los milicianos yihadistas pertenecientes al Estado Islámico lo han reivindicado. Algunos analistas han dicho que son solo un peón en una lucha por el control de los pozos petroleros de los cuales es rica la región. Es difícil decir cuál es la verdad. Actualmente se ha extendido la hipótesis según la cual se trata de milicianos vinculados al narcotráfico. Esta hipótesis podría acercarse a la realidad porque el norte de Mozambique podría convertirse en un área estratégica para el tráfico de drogas desde Asia Central”.
Ante los primeros ataques, el Estado reaccionó de forma muy ligera. Los militares y policías han respondido lo mejor que han podido, pero a menudo se han visto abrumados. “Ahora -continúa el misionero -, el presidente Filipe Nyusi ha reconocido la emergencia y ha enviado algunos repartos militares de refuerzo. Se ha hablado de la presencia de mercenarios rusos y soldados sudafricanos, personalmente no he visto soldados extranjeros que pasen por nuestro territorio. Pero no puedo descartar que haya combatientes extranjeros. El mismo presidente ha pedido ayuda a los países vecinos hablando de esta amenaza como un peligro común”.
Los refugiados llegan a la provincia de Nampula en condiciones difíciles. Muchos han escapado de la violencia huyendo de casa con lo poco que podían llevarse. Por lo tanto, necesitan prácticamente de todo. “La comunidad de Nampula - observa el padre Arlain - se ha movilizado. 300 personas han sido acogidas en la parroquia de la Santa Cruz, dirigida por los misioneros combonianos. Otros han sido alojados por familiares que viven en la ciudad, pero son originarios de Cabo Delgado. Los desplazados internos realmente necesitan de todo. Incluso asistencia médica porque han sufrido traumas psicológicos graves”.
Entre la población de Nampula también hay miedo. “Esta área - concluye el Scalabriniano -, fue uno de los centros de la larga guerra civil que se libró en Mozambique en los años ochenta y principios de los noventa. El recuerdo de los combates y las privaciones sigue vivo. Por lo tanto, existe el temor de que la nueva violencia también llegue aquí e involucre a la población local. Nadie quiere verse de nuevo ante un nuevo conflicto”.
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