ÁFRICA/CAMERÚN - “En Camerún, aparte de los casos notificados o detectados, se desconoce la proporción exacta del desarrollo de COVID-19", dice un sacerdote

Yaundé - “Aunque las diez regiones del país han sufrido contagios, en algunas se han verificado más que en otras, con algunos epicentros desde los cuales los contagios se han propagado al resto de Camerún. Dichos epicentros son: las ciudades de Yaundé, Douala y Bafoussam" escribe el p. Moïse Tam Nkudé, CICM, párroco de la parroquia Notre - Dame de la Paix Gadji, en la diócesis de Batouri, en el este de Camerún. “El transporte por carretera ha sido un factor importante para la propagación de la infección desde los centros más afectados al resto del país”, subraya el sacerdote, quien hace referencia a los datos reportados por las autoridades.
“Naturalmente, las personas que han dado positivo en Camerún en su conjunto no muestran la situación real. Es posible que haya muchas más personas contagiadas. Los centros de salud del país y los hospitales regionales no tienen equipos o materiales suficientes para hacer pruebas de forma sistemática”, explica el p. Nkudé “Ya cuidar a los pacientes de ordinario es problemático. Hoy en Camerún, aparte de los casos conocidos, notificados o detectados, no se puede tener una idea o la proporción exacta del desarrollo de COVID-19”. Los factores culturales también tienen un fuerte impacto en la progresión de la pandemia en el país. “La enfermedad a menudo comienza en la familia sin que el paciente y los miembros de la familia lo sepan, exponiéndose al contagio, así como los vecinos que lo visitan. Se sabe que en África y particularmente en Camerún, cuando alguien está enfermo, un gran número de familiares, vecinos y amigos visitan al paciente. Es un problema antropológico y sociológico" subraya el p. Nkudé. "Una vez que se ha comprobado que la persona ha contraído la enfermedad COVID-19, los familiares y amigos también están sujetos a controles, con la consiguiente crisis psicológica de los mismos”.
El drama se acentúa en caso de muerte del paciente, porque las normas de salud prohíben que el difunto sea devuelto a la familia. Las autoridades proceden al entierro inmediato por parte de equipos especializados. Solo unos pocos miembros de la familia pueden asistir al entierro. La costumbre quiere que las familias transporten a los fallecidos a la aldea de origen, para organizar el funeral con todos los riesgos que esto conlleva. Por esta razón, no está permitido que las familias se encarguen del funeral. Las operaciones tradicionales de lavado y vestimenta corporal también están prohibidas por razones de salud.
“Se han producido enfrentamientos entre las familias y el personal del servicio de salud y la policía. Algunas familias rechazan los certificados de defunción emitidos por médicos, que atestiguan que su ser querido había contraído COVID-19. Por otra parte, hay médicos que emiten certificados de defunción falsos por dinero para permitir los funerales", dice el sacerdote.
Evidentemente, las actividades económicas se ven gravemente afectadas por el bloqueo, especialmente para aquellos que trabajan todos los días en el sector informal. La violencia familiar ha aumentado, además de los robos y saqueos. “En las parroquias, las colectas han disminuido drásticamente. Se han lanzado llamamientos para ayudar a los sacerdotes en dificultades", dice el p. Nkudé quien concluye haciendo un llamamiento a la Virgen María para que "apoye a la humanidad que sufre, para que triunfe la vida sobre la muerte”





Agenzia Fides
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