ÁFRICA/ANGOLA - “El virus del hambre y el miedo hacen más daño que el Covid-19”

Luanda - “Estábamos en medio de la Cuaresma, un momento fuerte, un momento de preparación para la Pascua del Señor, cuando se decretó el estado de emergencia, mientras que las noticias que llegaban de otras partes del planeta generaban otro 'virus', el virus del miedo”, afirma la declaración del p. Celestino Epalanga, Vicario Episcopal para el Área Social de la Arquidiócesis de Luanda y Secretario General de la Comisión Episcopal para la Justicia y la Paz y los Migrantes de la CEAST sobre las consecuencias del Covid-19.
Un temor justificado por la ansiedad - subraya el documento recibido por la Agencia Fides -, provocado por el nuevo coronavirus “en los sistemas sanitarios de las principales potencias mundiales”. “Conscientes de la precariedad de nuestro sistema de salud, la pregunta era inevitable: ¿quién nos salvará de esta hecatombe?”.
Seguros de que “nuestra ayuda está en el Señor que creó el cielo y la tierra” los Obispos “para fortalecer la fe y la esperanza de los fieles, alentaron al uso de Radio Ecclesia, Radio María, la red de televisión católica, los boletines diocesanos y parroquiales y las redes sociales para la transmisión de celebraciones eucarísticas, rosarios, etc. En las comunidades religiosas, los momentos de oración y adoración del Santísimo Sacramento se han intensificado y las familias se han convertido en verdaderas iglesias domésticas. El 29 de marzo se realizó una maratón de oración en todas las comunidades religiosas, seminarios y familias católicas de todo el país, pidiéndole a Dios que libere a Angola y al mundo entero de la pandemia”.
“El nuevo coronavirus ha resaltado muchas situaciones vulnerables y ha empeorado las condiciones socioeconómicas de muchos países y Angola no es una excepción”, afirma la declaración. Más del 70% de la población angoleña depende del mercado de trabajo informal para sobrevivir. Las medidas previstas por el estado de emergencia han dado lugar al fenómeno de los “nuevos pobres”; debido a las restricciones del estado de emergencia, la pobreza ha aumentado. En otras palabras, el Covid-19 ha empujado a un gran número de familias a la pobreza. “Ante esto, surge un dilema: quedarse en casa para evitar el Covid-19 y morir de hambre, o salir a la calle en busca de pan, ¡corriendo el riesgo de infectarse e infectar a otras personas e incluso a familiares y amigos! Semanas antes de que ocurrieran los primeros casos de Covid-19 en Angola, un sacerdote jesuita camerunés dijo en un artículo que lo que mataría a los africanos no es el nuevo coronavirus, sino el virus del hambre. De hecho, cuando caminamos por los barrios de Luanda y sus alrededores, nos damos cuenta de la precariedad en que se vive y si no globalizamos la solidaridad y si el ejecutivo no proporciona alimentos, tendremos más muertes por hambre que por coronavirus”.
Pero de un mal puede nacer un bien si el hombre se deja guiar por una conciencia iluminada. El p. Epalanga concluye diciendo: “La verdad es que el nuevo coronavirus ha refinado nuestra imaginación y nos ha obligado a adoptar nuevas formas de relacionarnos. Nos ha enseñado a ser más humildes y a repensar nuestros sistemas de salud pública, a mejorar el sistema de protección social, a ser disciplinados, a obedecer las normas y a las autoridades, a formar una conciencia colectiva, a dar mayor importancia a la vida comunitaria y a la vida familiar”.



Agenzia Fides
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