Kabul - “Hemos lanzado la mayor campaña de comunicación social del país. Nuestros equipos de jóvenes voluntarios participan activamente en 18 provincias y crean conciencia sobre los riesgos del virus y las formas de contener su propagación, así como también distribuyen material sanitario": así explica a la Agencia Fides Hamidullah Zazai las iniciativas de la rama juvenil de "Mediothek Afganistán", organización de la cual es director y que se estableció en la sociedad civil local después del derrocamiento del régimen talibán del 2001.
Para hacer frente a la propagación del coronavirus, el gobierno de Kabul en las últimas semanas ha introducido medidas de contención, distanciamiento social, campañas de información, pero el sistema de salud del país está en déficit: faltan recursos, estructuras equipadas, competencias, dispositivos y fondos. Además de las agencias internacionales, la sociedad civil y las organizaciones como Mediothek trabajan de forma activa aportando una contribución importante para contener el virus.
Afganistán registra oficialmente 1300 contagiados y unas 50 muertes, pero los test son extremadamente limitados y los casos son mucho mayores. La emergencia sanitaria del coronavirus se suma a la inestabilidad política, la fragilidad institucional, la dependencia de las donaciones internacionales, la vulnerabilidad de la población, especialmente en las zonas de conflicto, en las zonas rurales o en los campamentos informales de desplazados internos. A menudo no se da información correcta en estas áreas.
“Es por eso que hemos apuntado a una campaña generalizada fuera de las principales ciudades", agrega Hamidullah Zazai. La campaña puerta a puerta "puede llegar a miles de familias afganas", en 60 distritos, y se basa en los principios de solidaridad y humanidad, que siguen bien presentes a pesar de los 40 años de guerra y están particularmente vivos al inicio del mes sagrado del Ramadán.
Para Ahmad Sultan Karimi, fundador de Mediothek Afganistán, "es responsabilidad de todos cuidar a nuestros conciudadanos", especialmente aquellos en dificultades, con menos recursos, que viven en áreas rurales, donde las instituciones no llegan. Y donde el conflicto ha producido más consecuencias negativas.
En Afganistán, más del 50% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, al menos 9 millones de habitantes necesitan asistencia humanitaria. Según el Banco Mundial, solo hay 3 médicos por cada 10.000 habitantes. Y el Global Health Security Index, índice que mide la preparación para hacer frente a epidemias, ubica a Afganistán entre los países menos preparados del mundo.
Es probable que el impacto económico, social y sanitario del virus sea dramático. Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, las personas en "necesidad alimentaria aguda" aumentarán de 135 millones a 265 este año en todo el mundo. Afganistán, con más de 11 millones de habitantes considerados "gravemente inseguros" desde el punto de vista alimentario, se encuentra entre los cinco países, junto con Yemen, la República Democrática del Congo, Venezuela y Sudán del Sur, que sufrirán más por la escasez de alimentos.
Sin embargo, a pesar de la crisis humanitaria, el conflicto no se detiene. El acuerdo político firmado en Doha a finales de febrero entre los talibanes y los Estados Unidos redujo la confrontación militar entre estos dos actores, pero no el existente entre el gobierno de Kabul y los "estudiantes coránicos". En los últimos días, tanto los talibanes como el presidente Ashraf Ghani han liberado a detenidos. Se ha tratado de un gesto humanitario para responder a la emergencia del virus y, al mismo tiempo, de naturaleza política, para alentar el inicio de verdaderas negociaciones intra-afganas. "Esperamos que comience una tregua prolongada", como han invocado el secretario general de la ONU, Antonio Guterres y el Papa Francisco.
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