Caracarai – Las actividades pastorales en el estado brasileño de Roraima, incluida la celebración de la misa, están suspendidas desde el 22 de marzo para evitar la propagación del virus. Las autoridades civiles ordenaron medidas preventivas desde mediados de marzo, comenzando por el aislamiento social. Sin embargo, algunas actividades comerciales han vuelto a abrir, aunque con medidas de precaución, y el clima en la calle no es precisamente de aislamiento total: así lo refiere a la Agencia Fides, el padre Luigi Turato, un sacerdote misionero fidei donum en Brasil.
“Si aquí también llegase un nivel de contagios con números más altos, la única salida será la que usaron nuestros antepasados: confiar en la Divina Providencia, porque el sistema de salud público no tiene las condiciones para hacer frente a una emergencia de este tipo", escribe el misionero en una nota enviada a Fides.
Actualmente, según los últimos datos de la Universidad Johns Hopkins, hay 30.891 casos confirmados de coronavirus con 1.952 muertes en todo el país sudamericano.
“Las comunidades a lo largo del río - agrega Don Turato - han cerrado el acceso a las visitas, las comunidades indígenas intentan aislarse, pero la situación es muy complicada". Algunos indígenas viven en condiciones precarias en la ciudad y se mueven constantemente hacia el interior. La frontera con los países vecinos está abierta solo para el comercio y algunos servicios. Lo que es más preocupante son los campos de refugiados, donde residen los refugiados venezolanos, en Boa Vista, la capital de Roraima, y en la misma frontera".
Don Luigi continúa: “Los misioneros en Caracaraí, Boa Vista y Resende estamos bien. La Iglesia siguió de forma inmediata las instrucciones del gobierno local cancelando las reuniones y, por ello, nos estamos preparando para brindar apoyo espiritual de forma telemática. Celebramos la misa en Facebook en vivo para mantener unido el espíritu de la comunidad local. También unas pocas llamadas telefónicas acortan las distancias. Me resulta más difícil celebrar misa sin la presencia de la gente de la comunidad: me parece que tengo que hacer otro tipo de esfuerzo para no convertirme en un ‘mecánico’. Además, estamos preocupados por los muchos trabajadores informales de la zona, creo que son la mayoría y no sabemos cómo están sobreviviendo, incluso si el gobierno ha prometido ayuda económica durante unos meses".
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