Harare - En Zimbabwe ha sido impuesto el bloqueo hasta el 19 de abril. Solo los trabajadores de la salud pueden ir a trabajar. Todas las reuniones están prohibidas. Las ceremonias religiosas y los funerales con más de cincuenta personas también están prohibidas. Ante los primeros contagios, el presidente Emmerson Mnangagwa inmediatamente ha tratado de minimizar los contactos entre las personas. Sin embargo, la epidemia parece extenderse lentamente en el país. "Según las estadísticas oficiales - explica Brian MacGarry, un jesuita de Zimbabwe -, solo tenemos diecisiete casos de Covid-19 y tres muertes. Pero nadie cree en estos datos. Se teme que el número de personas infectadas sea mucho más alto".
"El gobierno - continúa el padre MacGarry -, ha enviado al ejército a las calles para hacer cumplir el bloqueo. Sin embargo, esta medida podría bloquear permanentemente la economía y causar una nueva crisis. Forzar a las personas que trabajan en el sector informal a quedarse en casa significa condenarlos a muerte. Me temo que habrá disturbios a los que las agencias policiales responderán con violencia". Ante la nueva emergencia, el sistema de salud se presenta ya al extremo. Faltan camas de cuidados intensivos, medicamentos, pero también equipos de protección personal necesarios para proteger a los médicos y enfermeras de posibles infecciones.
Los médicos del hospital del sector público se declararon en huelga el miércoles para pedir equipo de protección. El presidente de la Asociación de Médicos del Hospital de Zimbabwe, Tawanda Zvakada, dijo que cientos de médicos están en "alto riesgo".
La Conferencia Episcopal de Zimbabwe ha solicitado al gobierno que "intensifique los esfuerzos para combatir la pandemia teniendo en cuenta que el sector de la salud del país es precario y carece del equipo y los medicamentos necesarios para tratar enfermedades comunes". "Ahora - observan los obispos -, se necesitan esfuerzos directos y vigorosos para combatir y prevenir esta pandemia, que si no se maneja con cuidado podría significar la ruina para toda la nación donde las instalaciones hospitalarias no están completamente equipadas y listas para combatirla. Nuestra única línea de defensa es la prevención. Tratemos de ser proactivos y trabajar duro para salvar vidas".
En este contexto de cierre, algunos obispos han pospuesto la misa del Jueves Santo y los sacerdotes solo podrán recibir los olios sagrados cuando sea más fácil moverse. "La mayoría de la población, que es 90% cristiana - continúa el padre Brian -, asistió a las celebraciones y ritos de la Semana Santa a través de transmisiones en vivo en la web y en la televisión. Tengo que ser sincero este año no hubo el clima festivo de años pasados. Fue una Pascua apagada".
La epidemia ha pillado al país en un momento muy difícil. La nación aún se enfrenta a las difíciles condiciones económicas y sociales dejadas por Robert Mugabe, el presidente que llevó a la nación a la independencia y la gobernó durante 38 años. La desastrosa reforma agraria implementada en 2000 condujo al colapso de la producción agrícola y la industria de procesamiento. Hoy, los casi 17 millones de habitantes se enfrentan a una situación dramática: 95% de desempleo, una tasa de inflación superior al 500%, más del 70% de la población bajo la línea de pobreza, grave inestabilidad política y derechos pisoteados. Todos esperaban que el presidente Mnangagwa introdujera políticas que favorecerían una recuperación económica dados los recursos de este país, pero los parámetros económicos han empeorado en los últimos dos años y la inflación ahora está cerca del 600%.
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