Durán - “Desde la tarde del sábado 14 de marzo, las iglesias de Guayaquil están cerradas. Desde la tarde hasta el amanecer del día siguiente hay toque de queda, absolutamente nadie puede salir a la calle. Por la mañana solo las actividades comerciales para las necesidades básicas están abiertas". Así describe este escenario de guerra a la Agencia Fides el p. Saverio Turato, un sacerdote fidei donum en Durán, a las puertas de Guayaquil. "Si hasta hace unas semanas el mundo entero miraba hacia un lado del mundo , ahora el enemigo invisible nos hace volver la cabeza hacia América, del sur y del norte. Y así, ‘estamos todos en la misma barca’, citando al Papa Francisco", continúa el misionero. "Durante esta emergencia, nadie abre las puertas a quienes tienen los síntomas del Covid-19 por la incapacidad de cumplir el protocolo de los contagiados. La estructura sanitaria está colapsando", advierte
"Probablemente - explica el misionero - hemos llegado a este punto porque hemos subestimado los primeros signos que se remontan a la última semana de febrero. Algunas alarmas intermitentes llegaban de las noticias, pero se miraba con mayor preocupación al extranjero sin tomar las medidas de seguridad adecuadas en casa propia. Después del silencio de un par de semanas, se ha provocado un brote tremendo en la ciudad de Guayaquil y solo en las últimas horas el presidente de la República, Lenín Boltaire Moreno Garcés, ha declarado que la realidad es muy diferente de los datos transmitidos por la Comisión del Operaciones de emergencia . En el país, se ha superado los 7.500 contagios y se han confirmado más de 350 muertes por coronavirus, y seguramente las cifras son ciertamente mayores, según el propio Moreno. En la provincia costera de Guayas, se han registrado más del 70% de los positivos de todo el país, con 4.000 casos solo en la capital, Guayaquil".
Don Turato señala: “En todos los cementerios de la zona hay cadáveres esperando la sepultura; las calles se han convertido en incineradores de cuerpos sin vida desde que los servicios funerarios se han colapsado por las numerosas solicitudes o por el saqueo contra los más pobres, que no tienen las posibilidades económicas de pagar o sobornar a los funcionarios a cargo. Además, el sistema de salud está completamente privatizado: si tienes dinero o un buen seguro, tienes acceso a clínicas privadas, peor de lo contrario estás condenado a esperar los turnos interminables del 'seguro social' o peor, los hospitales públicos".
Don Saverio concluye pensando en el futuro. “Cuando solo queden las cenizas de esta enfermedad inesperada y no deseada, tendremos que preparar la tierra para una nueva temporada. Todos. Ayudémonos unos a otros, pero sobre todo ayudemos a quienes no podrán recuperarse por sí solos”.
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