ASIA/KAZAJSTÁN - “Cristo ha nacido en Kazajstán, en el encuentro con el otro”, dice el obispo de Karaganda

Karaganda – “Lo que consideramos la noche extraordinaria del nacimiento de Jesús, para los habitantes de Belén fue una tarde como cualquier otra, donde en el bullicio del censo, los pastores continuaron vigilando, en la oscuridad y el silencio, sus rebaños. En Kazajstán, la Navidad también es un día como cualquier otro, no es un día festivo, sino laboral. E incluso aquí, en un país donde la mayoría de la gente aún no lo ha conocido, Jesús se conforma con una simple cueva, un pobre pesebre con un poco de heno para poder nacer en la tierra y estar presente entre nosotros, en nuestro mundo. Para nosotros los fieles de Karaganda y todas las demás parroquias católicas de Kazajstán, la Navidad, con todas las limitaciones impuestas por la pandemia, no ha sido solo la conmemoración de un hecho histórico relegado al pasado; sino que es algo que sucede en el presente y que se repite todos los días. Por eso, el saludo que los católicos intercambiamos en estos días no es simplemente 'Feliz Navidad', casi poniendo entre paréntesis al protagonista de este nacimiento, sino '¡Nace Jesús!', con el verbo en presente, y todos responden: ¡Alabado sea!”. Así lo dice a la Agencia Fides mons. Adelio Dell’Oro, obispo de Karaganda, explicando las celebraciones navideñas en el período de la pandemia.
Con una media de mil contagios al día, Kazajstán sigue manteniendo todas las medidas para evitar la propagación del Covid-19: los lugares de culto, reabiertos a finales de septiembre tras meses de cierre, siguen sujetos a normas precisas de distanciamiento social. Mons. Dell'Oro, continúa explicando que todo esto no ha impedido que se celebrase la Navidad: “Quiero contar un pequeño episodio, importante para mí, que viví la noche del 24 de diciembre: en la cripta de la Catedral, un niño de unos 10 años, abandonado de sus padres y con problemas mentales, se me acercó para decirme que su abuela, ciega, sorda y con enfermedades del corazón, había querido que su nieto la acompañase a la misa de Nochebuena, a pesar de que la temperatura alcanzaba los 25 grados bajo cero. Su fe sencilla y profunda la había empujado a este gesto. La busqué, traté de hablar con ella, pero no podía escuchar mis palabras, así que le estreché la mano con fuerza y ​​nos quedamos así un rato. Es el Jesús vivo que, esa noche, se hizo verdaderamente presente a través de ella. En esta experiencia de encuentro, he podido comprender cómo Jesús realmente nace aquí y ahora. Antes de la bendición, al finalizar la Santa Misa, quise compartir con todos la experiencia de conocer a esta abuela, y les pedí que, yendo a trabajar al día siguiente, ofreciesen su día en medio de todos los hombres con esta misma conciencia”.
La ciudad de Karaganda tiene 4 iglesias católicas, un seminario internacional y un convento de clausura de monjas carmelitas. En junio de 2020, el Papa Francisco elevó la iglesia de San José a basílica menor. La diócesis de Karaganda incluye dos regiones y ocupa un territorio que es dos veces y media el tamaño de Italia.
Las aproximadamente 20 parroquias están separadas entre sí por enormes distancias: las más lejanas están a 1700 km entre sí. En total, hay 4 diócesis católicas en todo el territorio de Kazajstán, con un total de 70 parroquias. Hay 91 sacerdotes presentes en la nación, de ellos 61 son diocesanos y 30 religiosos. Los católicos representan una pequeña minoría: según datos oficiales proporcionados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Kazajstán, de los más de 17 millones de habitantes del país, alrededor del 26% son cristianos y el 1% de ellos son católicos.



Agenzia Fides
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