AMERICA/MEXICO - México llora la muerte del defensor de los derechos humanos de los pobres, campesinos y migrantes, padre Pedro Pantoja, por Covid

Coahuila – La comunidad católica de México lamenta la muerte del sacerdote jesuita Pedro Pantoja Arreola, víctima de las complicaciones del Covid-19. El padre Pantoja fue un apasionado defensor de los derechos humanos de los pobres, trabajadores, campesinos y migrantes centroamericanos refugiados en México . Director de la Casa del Migrante de Saltillo, ha recibido premios y reconocimientos nacionales e internacionales por su labor a favor de los más débiles. Era un sacerdote querido y respetado por la comunidad. Lamentablemente no fue posible organizar el funeral, dada la pandemia, y en la mañana del sábado 19 de diciembre fueron incinerados sus restos. En la noche del viernes 18, con un mensaje enviado a través de las redes sociales, la diócesis de Saltillo anunció la muerte del sacerdote por un paro cardíaco.
El padre Pantoja, de 76 años, había comenzado a sentirse enfermo a principios de diciembre y, a través de una prueba, resultó positivo para Covid-19. Durante varios días fue atendido en su domicilio, hasta que su salud se deterioró y fue trasladado a un hospital privado al norte de Saltillo. Aunque los médicos habían informado de una leve mejoría, lamentablemente el viernes 18 su estado empeoró y sufrió un infarto. Su muerte se produjo precisamente en la vispera del "Día Internacional del Migrante".
En el mensaje de la diócesis de Coahuila enviado a la Agencia Fides, se pide a los fieles que recen por el sacerdote, que ha dedicado su ministerio a la defensa de los derechos humanos de los migrantes, refugiados, trabajadores, agricultores y personas sin hogar. También expresó sus condolencias al personal de la "Casa del Migrante", que durante 20 años ha sido refugio de miles y miles de inmigrantes que pasan cada año en busca de mejor suerte en Estados Unidos.
El padre Pedro nació en el estado de Durango, pero era hijo adoptivo de Coahuila, vivía en Parras, la región del Carbonífero, donde lideraba los movimientos mineros, Acuña y Saltillo. Siempre ha sostenido que los migrantes no son delincuentes, sino que si se mueven es porque los impulsa la violencia, la inseguridad y el hambre.
Llevaba una vida sencilla y no temía presentarse en el cuartel para defender a los migrantes, al mismo tiempo no dudaba en ayudar a descargar las verduras de los camiones de los proveedores para alimentar a los huéspedes de la Casa del Migrante. Más de una vez, negándose a recibir regalos y dinero de los Narcos, fue amenazado de muerte e incluso golpeado. Además de la Casa del Migrante en Coahuila, el Padre Pedro también será recordado por la creación de la Casa del Migrante en Acuña.



Agenzia Fides
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