Santiago - En una declaración dada a conocer la vigilia de navidad, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha comentado la aprobación general en la Sala de la Cámara de Diputados de un proyecto de ley que permite la eutanasia en ciertos casos. Considera que éste es “un paso de máxima gravedad política y moral, porque implica una concepción -a nuestro entender- errada de la persona humana, de su dignidad y de sus derechos esenciales”. Respetando todas las diferentes visiones, los obispos ofrecen su visión con humildad poniendo a disposición “la mirada antropológica que brota del Evangelio, pero cuya raíz compartimos con muchas cosmovisiones y credos, y a la que adhieren numerosos habitantes de nuestro país".
En la declaración recibida en Fides, se recuerda que la eutanasia es la acción u omisión que por su naturaleza o en la intención causa la muerte de una persona, con el fin de eliminar cualquier dolor. La causa de la muerte no es la enfermedad del paciente, sino la acción deliberada de quién practica la eutanasia. Consideran muy importante distinguir la eutanasia de la renuncia a medios desproporcionados de tratamiento u obstinación terapéutica.
La legalización de la eutanasia es un acto siempre ilícito desde el punto de vista moral, porque constituye “un crimen contra la vida humana”:
“No hay razón alguna que legitime moralmente un hecho tan grave como quitar voluntariamente la vida humana a ninguna persona, bajo ninguna circunstancia, incluso en el caso de que ella misma haya dado su consentimiento”.
“Con la eutanasia se oscurece el significado profundo de la dignidad humana, haciéndola aparecer como si condujese al bienestar subjetivo. De esa forma, la dignidad humana es reducida a un simple bien disponible como otros”, añaden, aludiendo a lo que el Papa Francisco ha denominado “la cultura del descarte”, que considera la vida humana como susceptible de ser desechada y a los excluidos como desechos, sobrantes.
“Quienes pagan los costos de esta lógica son justamente las personas más frágiles y muchas veces más pobres, respecto de las cuales tenemos como sociedad mayor obligación", señalan los obispos.
La Iglesia ha estado y seguirá estando siempre cerca espiritualmente del sufrimiento que viven, tanto la persona que padece una enfermedad incurable como sus familiares, reiteran los obispos invitando a promover todas las instancias posibles de alivio, especialmente los cuidados paliativos, y trabajar para que estos servicios lleguen a la mayor cantidad de personas posibles, especialmente los más pobres.
La eutanasia aleja a la medicina de su misión primordial, que es sanar al enfermo o disminuir el sufrimiento. Desde este punto de vista, recuerdan que es legítimo invocar el derecho a la objeción de conciencia.
Por último el Comité Permanente de la Conferencia episcopal pide a las respectivas autoridades e instancias legislativas que, “con prudencia y sabiduría, ponderen las graves consecuencias que puede tener la aprobación de una ley de este tipo”.
Al mismo tiempo, llaman "a los laicos y laicas que creen en la vida, a hacer oír su voz, desde la academia y el mundo profesional, desde las organizaciones sociales y comunitarias”. El texto concluye pidiendo a Dios “que ilumine y mueva los corazones de quienes están llamados a decidir en tan delicadas materias, "sabiendo que un paso mal dado en estos ámbitos tiene siempre graves consecuencias en el futuro, como lo prueba la historia”.
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