Durán – “He pasado nueve Navidades en el Ecuador, todas extrañas y diferentes pero intrigantes por los nuevos caminos que se han abierto en mi vida misionera y personal”, escribe a la Agencia Fides el p. Saverio Turato, sacerdote fidei donum de diócesis de Padua en Duràn, provincia de Guayas.
El sacerdote, que regresará definitivamente a Italia de la misión de Durán en enero, recuerda cuando envió sus primeros saludos navideños desde Ecuador hace nueve años, titulando la carta 'Qué extraña esta Navidad'. “Fueron mis primeros días en el otro lado del planeta, lejos de las noches heladas de mi país - cuenta don Saverio. La Navidad de este año es mucho más extraña y no solo para mí sino para todos. No bastarían los dedos para contar las muchas privaciones a las que nos obliga la pandemia: sin las personas que se aman, sin salud, sin trabajo, sin libertad de movimiento, sin amigos, sin ritos, sin misa de medianoche, sin abrazos... Estamos reducidos como la vid en invierno que, despojada de su vegetación, muestra solo cuatro viejos brotes enredados o tal vez la carcasa del racimo olvidado por la vendimia. Todos nos sentimos un poco desnudos, algunos más, algunos menos”.
El misionero ha recordado las palabras que el Papa Francisco ha dirigido a sus colaboradores en el tradicional intercambio de saludos el 21 de diciembre de 2020: 'Quienes no miran la crisis a la luz del Evangelio se limitan a hacer la autopsia de un cadáver'. Esta imagen es muy elocuente porque en ella veo la clave para tratar de mirar el presente con una mirada diferente, sin preocuparme por el 'sin' sino construyendo nuevos comienzos y caminos a partir de la simple preposición 'con'... El nacimiento de Jesús también ha transcurrido sin certezas ni ritos, pero en su total fragilidad nos da lo más importante y nos consuela: su proximidad a la humanidad. A Jesús también se le llama Emmanuel o el Dios-con-nosotros que en la sorprendente y frágil manifestación de la tierna piel del recién nacido decide hacerse uno de nosotros. Extremadamente solidario”.
“Siento una profunda emoción al contemplar los gestos de solidaridad de mis feligreses hacia los hermanos más necesitados. Ya durante el encierro habíamos visto nobles gestos de caridad, pero nunca como en estos días había visto tantas bolsas de la compra y comida pasar por las puertas de la iglesia: arroz, leche, aceite, sal, panettone, cacao, lentejas... una generosidad impensable que ha arrancado las lágrimas de algunos voluntarios de Caritas. Tengo la impresión de que el temporal al que nos enfrentamos ha desviado las opciones de muchos hacia nuevos horizontes como la fraternidad y la solidaridad. Y esta es precisamente la Navidad de la que quiero hablaros. No la llorona de los de ven el “sin” sino la evangélica de los de ven el “con”.
La cooperación de la diócesis de Padua con la de San Jacinto termina a finales de enero, pero sobre todo llegan a su fin los 63 años de presencia de los misioneros/fidei donum de Padua en este país. Así que la próxima Navidad volverá a ser extraña, ¡al menos para mí!”, concluye don Saverio.
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