“Estamos indignados por las acciones horribles, por las intolerables violaciones de la dignidad humana y por las pérdidas de vidas humanas que han ocurrido en las últimas semanas – se lee en el texto -. La pérdida de otros hermanos y hermanas afroamericanos solo demuestra que el pecado del racismo todavía existe en nuestro país".
Luego recuerdan que, siguiendo el ejemplo de su fundador, Don Bosco, se ocupan de los jóvenes que "a menudo se ven marginados por una sociedad que no escucha sus voces" y señalan: "Hemos visto cómo el racismo ha devastado el tejido de nuestra comunidad. Como Don Bosco no se quedó sin hacer nada, tampoco nosotros podemos mirar para otro lado. No podemos permanecer al margen, indiferentes y silenciosos. El respeto por la vida de todos los jóvenes, de sus familias y de nuestros hermanos nos llaman a la acción".
Las comunidades y los líderes del gobierno deben "dejar de lado las diferencias y trabajar para hacer cumplir las leyes, las políticas y las instituciones que conducirán a una verdadera curación y a un cambio radical". Reafirman su compromiso de educar a los jóvenes para promover el diálogo y ser protagonistas en la construcción de una sociedad más justa. Son solidarios "con todas las personas de color, que son perseguidos injustamente y sufren discriminación étnica y racial, una discriminación que con demasiada frecuencia se expresa a través de la violencia". Al escuchar el grito de las hermanas y hermanos frustrados e indignados, se unen a "su oración y su protesta no violenta".
Finalmente, reiteran: “Creemos que el racismo es un problema de vida. Guiados por el Evangelio y por nuestra doctrina social católica, renovamos nuestro compromiso de trabajar juntos, incansablemente, para elevar las voces y las vidas de quienes están en los márgenes de la sociedad”.
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