Masaya – Las campanas de la ciudad de las iglesias Masaya han tocado sin parar, no para advertir de la llegada de los escuadrones de la muerte, conformados por la policía y los paramilitares, sino esta vez con un motivo de esperanza: la llegada de algunos miembros de la Conferencia Episcopal y el Nuncio Apostólico que ayer, después de enterarse de que Masaya había sido atacada nuevamente desde las 5 a.m., llegaron casi de inmediato al lugar, para detener la masacre. Fue muy arriesgado, pero al ver a los obispos marchando por la calle, toda la población salió de las casas y se unió a ellos. Eran creyentes y no creyentes, católicos y no católicos, pero todos juntos, en silencio, hicieron que la policía dejara precipitadamente las calles.
Después de saludar a la gente, los obispos hicieron una pequeña procesión con el Santísimo Sacramento junto con el clero de Managua y de Masaya. Luego los obispos fueron a la estación de policía, de donde se ordenó los ataques contra civiles, comandados por el Comisionado Ramón Avellán, acusado por la gente del lugar de ser el responsable de las matanzas de las últimas semanas. Después de más de una hora de conversaciones, dejando los cuarteles, el cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, ha querido informar al pueblo: "El Comisario Avellán se ha comprometido a poner fin a toda la violencia, le dije que si esto no se cumple, lo llamaré más tarde". El Cardenal Brenes siempre ha aparecido acompañado por el Arzobispo Waldemar Stanislaw Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua. Por otra parte, la Iglesia parece haber tenido éxito, al menos en la palabra, para contar con el compromiso de Avellán en la liberación de todos los presos de Masaya, Nindirí, Masatepe y Ticuantepe, que fueron detenidos por razones políticas en estos días. El arzobispo de Managua también ha afirmado que deja como sus delegados para controlar este compromiso a los sacerdotes Bismarck Conde, P. Edwin Román y al Dr. Alvaro Leiva.
Un poco más tarde, en la puerta de la iglesia de Masaya, frente a una gran multitud, Monseñor Baez, obispo auxiliar de Managua, recordó a la población que "hay un mandamiento de Dios para todos: no matar". El Nuncio también se dirigió a las personas y pedió orar el Padrenuestro, y al final dijo: "El Santo Padre está informado de todo lo que está sucediendo aquí en Nicaragua". Luego instó a la población de Masaya a no usar la violencia, invitando a todos a creer en Dios como medio para superar la violencia.
Han pasado dos meses desde el 18 de abril, cuando Nicaragua comenzó su crisis más cruel desde los años 80, que comenzó con manifestaciones contra la reforma de la seguridad social convirtiéndose en un grito nacional paraabrir cambios democráticos. Hasta el momento, más de 170 nicaragüenses han sido asesinados en enfrentamientos y represiones, incluida toda una familia que ha sido quemada viva en Managua.
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