Roma - “El norte de Uganda ahora vive en calma. La amenaza del LRA es algo del pasado porque ya no existe en Uganda, pero se ha desplazado a zonas de países vecinos, como la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y la República Centroafricana”, explica a la Agencia Fides monseñor John Baptist Odama, arzobispo de Gulu y presidente de la Conferencia Episcopal de Uganda, en Roma con motivo de la visita ad limina. “Pero esto no significa que tengamos que bajar la guardia. La situación debe controlarse constantemente para evitar que el LRA regrese a Uganda”, agrega el arzobispo.
El Ejército de Resistencia del Señor ha castigado durante décadas el norte de Uganda, sobre todo la archidiócesis de Gulu, aterrorizando a la población civil, forzada durante mucho tiempo a refugiarse en iglesias y campamentos protegidos para escapar violencia de la guerrilla. El LRA es tristemente famoso por el rapto de niños a los que obligan a convertirse en soldados después de sufrir fuertes presiones psicológicas.
Por eso, asegura monseñor Odama “la Iglesia sigue ayudando a las poblaciones con el fin de curar las heridas profundas causadas por el LRA en los últimos años, tanto materiales como, sobre todo, mentales y espirituales”.
Organizamos seminarios de construcción de la paz y grupos de trabajo interreligiosos para ofrecer apoyo a quienes necesitan asistencia. Estamos invirtiendo en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Gulu para abordar los problemas más graves de la posguerra, sobre todo, los traumas psicológicos y psiquiátricos. Estas iniciativas no solo son para la población del norte de Uganda, también para la de Sudán del Sur, República Democrática del Congo y República Centroafricana. Por lo tanto, estamos tratando de fortalecer la enseñanza universitaria para formar psicólogos que trabajen en apoyo de la población”.
“Las causas que provocaron el nacimiento del LRA se encuentran en el mal gobierno que teníamos en el pasado”, asegura monseñor Odama. “Gracias a los esfuerzos de nuestro ejército, el LRA ha sido expulsado del norte de Uganda, pero las condiciones que han marcado su nacimiento permanecen en gran parte, especialmente la pobreza extrema del área que debe abordarse de manera decisiva. Sin embargo, hay signos concretos de mejora que son un buen augurio, como la construcción de nuevas carreteras y la mejora de la red eléctrica”, concluye el arzobispo.
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