Al hablar de las relaciones entre política y religión, Jesús les dio a sus apóstoles una consigna: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” . De acuerdo con esto, ha habido muchos milagros en la Historia. Bajo el dominio de mil años del Imperio Romano el cristianismo no solo sobrevivió, sino que también se convirtió en un motor clave en el desarrollo de la civilización europea. Comenzó a partir de un pequeño grupo en Jerusalén y, aunque sufrió tres siglos de persecución por parte del Imperio Romano, se terminó convirtiendo en uno de los elementos centrales de la civilización europea. ¿Quién puede decir que esto no sea un milagro? Con respecto a China, Matteo Ricci se sintió frustrado en repetidas ocasiones, pero no se vio intimidado por los reveses, y finalmente entró en Beijing e hizo que la Iglesia echara raíces en China y creciera hasta nuestros días. ¿No es esto un milagro? De hecho, todos estos milagros ocurren porque la Iglesia ha seguido las enseñanzas de Jesús, es decir, dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Parece que llegan buenas noticias sobre las relaciones entre China y el Vaticano. Sin embargo no está claro todavía, como en ocasiones anteriores, si lo que estamos oyendo es el crujido de unas pisadas en la escalera sin distinguir, sin embargo, quién está bajando. Pero el crujido es un crujido que resuena en todo el edificio. ¿Es un ruido tan fuerte que estamos ignorando si quien baja es alto o no, gordo o delgado?, ¿es tan fuerte que incluso está tapando otro ruido, no precisamente el de la persona que está bajando la escalera, sino el de la palabra de Dios? Esta es una Palabra que llega como una voz suave a nuestros corazones y necesitamos la fe para escucharla.
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