Colombo - Los cristianos piden al gobierno de Sri Lanka que actúe con decisión para atajar la actual crisis de violencia contra las comunidades musulmanas. “Los musulmanes, sus casas y sus propiedades son el blanco en nombre del budismo. No hay mayor perversión del budismo que matar en nombre del budismo. En la enseñanza de Buda no hay lugar para ningún tipo de violencia, no hay concepto de la guerra, no hay lugar para la venganza, cualquiera que sea el delito”, explica a Fides el padre Stephen Ashok, de los Oblatos de María Inmaculada, director del “Centro para la sociedad y la religión” que nació hace 30 años en Colombo.
El 5 de marzo, una ola de violencia antimusulmana estalló en el país después de que un joven ceilandés muriera el 22 de febrero tras una pelea en Kandy. Se desató una reacción en cadena y la violencia se ha extendido como un reguero de pólvora demostrando que las tensiones interreligiosas están presentes en la sociedad. Nueve mezquitas fueron atacadas y dañadas en el distrito de Kandy. Según la policía, los extremistas ceilandeses han utilizado las redes sociales y las aplicaciones de mensajería web para incitar al odio e instigar ataques contra la minoría musulmana. “La incapacidad del gobierno y su negativa a hacer cumplir la ley contra los responsables de esta violencia colectiva han llevado a una grave escalada de las tensiones comunitarias”, señala el padre Stephen. La policía impuso un toque de queda y el presidente Maithripala Sirisena decretó el estado de emergencia. Al menos 140 personas, entre ellas el principal instigador de la violencia, Amith Weerasinghe, -un ceilandés conocido por su activismo contra los musulmanes-, fueron detenidas durante los disturbios.
Grupos de la sociedad civil y representantes de las diferentes comunidades religiosas se reunieron con el presidente y primer ministro, Ranil Wickremesinghe, y solicitaron acciones legales inmediatas contra los violentos. También organizaron una protesta en Colombo e invitaron a las personas a manifestarse en contra del racismo y la violencia. En los últimos años el país ha sufrido oleadas de enfrentamientos entre diferentes comunidades religiosas. Los budistas ceilandeses representan el 75% de los 21 millones de habitantes del país, mientras que los musulmanes son el 10%. Algunos monjes budistas fueron imputados y deberán responder ante los tribunales por su presunto rol en la violencia antimusulmana de 2014 que se cobró la vida de cuatro personas.
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