Almaty - La situación en Kazajistán, tras la revuelta popular iniciada el 5 de enero, se ha "normalizado", pero en las calles de Almaty permanece "un velo de profunda tristeza". Lo cuenta a la Agencia Fides el P. Guido Trezzani, misionero en la comunidad de la "Aldea del Arca" en Talgar, cerca de Almaty, director nacional de Cáritas Kazajistán.
El misionero observa: “Somos muchos los que sentimos sensaciones desagradables ante lo ocurrido en los últimos días en una parte de la población. Al margen de los criminales y asesinos que han provocado todo esto, se encuentra toda la masa de gente corriente que les ha seguido: maridos, esposas, abuelos e hijos que iban por las calles asaltando tiendas y supermercados con una sonrisa en la cara, como diciendo: ‘¿Por qué no? Todo el mundo lo hace’. Esto ha causado en el resto de la población mucha tristeza y amargura”.
Desde hace unos días, la gente intenta volver a la vida normal, “pero todavía hay mucha tensión. Algunas de las madres que participan en el proyecto de Cáritas Kazajistán para niños con síndrome de Down viven en las zonas más afectadas y todavía tienen miedo de salir de sus casas”, explica don Trezzani, que añade: “La noticia de ayer es que pasaremos automáticamente de un bloqueo bélico a un bloqueo sanitario: volvemos a estar en zona roja porque parece que el número de infecciones por Covid-19 ha aumentado repentinamente”.
Es casi seguro que esto provocará el cierre de escuelas y la vuelta a la enseñanza a distancia: “He oído que muchos profesores se ponen en contacto con las familias para preguntarles si tienen conexión y ordenadores. Esto sería un gran problema para nosotros, porque nuestros niños están cansados de no ir a la escuela”.
La Aldea del Arca, de hecho, acoge a unos 70 niños, huérfanos o con familias en riesgo a sus espaldas, y una treintena tienen discapacidades físicas y mentales. Ya durante el primer cierre de 2020, el padre Trezzani había señalado a la Agencia Fides las dificultades de la gestión de la educación a distancia para todos: “Si, con el cierre de las escuelas, los padres de todo el mundo han experimentado las dificultades de la educación a distancia, para nosotros estas complicaciones se han multiplicado debido al gran número de niños en edad escolar. Todos ellos necesitan disponer de herramientas tecnológicas, pero los ordenadores y el tráfico de Internet nunca son suficientes. Tenemos listas de espera para dar prioridad a los que tienen que hacer las clases y los deberes”.
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