Guatemala de la Asunción – los obispos de Guatemala manifiestan su “enorme preocupación” por el desborde de violencia que ha provocado ya numerosas muertes, entre los cuales niños, mujeres y personas inocentes “que solamente buscaban honradamente el sustento de sus familias, así como también de miembros de las fuerzas del orden público que han sido asesinados”. Ante los hechos de “creciente violencia, polarización y conflictividad”, en y entre los municipios de Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, en el departamento de Solola, los obispos guatemaltecos “condenamos y manifestamos nuestra indignación por el uso de la violencia como método para alcanzar los propios objetivos”. Por ello reiteran que “la violencia sólo engendra más violencia”, y que “en la medida en que haya crimen organizado tras los sucesos debe ser desenmascarado, capturado, enjuiciado y condenado”.
El mensaje de la Conferencia Episcopal, enviado a la Agencia Fides, se titula “¿Dónde está tu hermano Abel?” con fecha del 8 de enero de 2022, y se refiere a la violencia que en los últimos tiempos se ha vuelto cada vez más grave y atroz entre las dos comunidades indígenas de Nahuala y Santa Catarina Ixtahuacan, que se enfrentan por cuestiones limítrofes desde hace más de un siglo. Guatemala es uno de los 15 países más violentos del mundo, y este enfrentamiento entre las dos comunidades ha llevado al Presidente de Guatemala a declarar una especie de estado de sitio en los dos municipios hace unos meses.
“Hacemos un llamado a todos los pobladores de estos pueblos hermanos y especialmente a sus líderes reconocidos para que busquen medios pacíficos y conforme a la ley para argumentar posiciones o salvaguardar derechos” piden los obispos, reiterando que la violencia vuelven indefendibles las perspectivas de quienes consideran tener razones válidas para defender sus derechos y demandas y recuerdan que los mecanismos de diálogo deben seguir siendo los canales fundamentales para la resolución de los problemas . “Por ello instamos a las autoridades nacionales y locales a no cesar en la búsqueda de las soluciones que desactiven la violencia” escriben los obispos, con un llamamiento particular a las comunidades, a los agentes pastorales y a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, “a orar y trabajar por la paz”.
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