“El jubileo es un tiempo de gracia que nos permitirá dar gracias a Dios, Maestro de la vida y de la historia; revisar el pasado y recordar los muchos años durante los cuales el Señor ha caminado con nosotros en la Iglesia y en la sociedad senegalesa. También abre la puerta a una vuelta a las fuentes del carisma fundacional y a una renovación interior para una mejor apertura al mundo y a sus realidades”, explica la hermana Marie Rose Dione, superiora provincial de la Congregación.
Fue el 11 de enero de 1848 cuando las Hermanas de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Castres llegaron por primera vez a África, a Senegal, bajo la dirección de Monseñor Jean Rémi Bessieux, misionero de la Congregación del Espíritu Santo. Cuatro de ellas formaron el primer grupo de misioneras de la Congregación: Sor Joséphine Barthès, Sor Paule Lapique, Sor Louise Raynaud y Sor Cécile Bernard. Acogidas durante unos meses por las Hermanas de San José de Cluny en Gorea, se instalaron definitivamente el 19 de abril de 1848 en su casa de Dakar, la actual Inmaculada Concepción.
Desde entonces, las “Hermanas Azules de Castres” en Senegal se dedican a la evangelización directa mediante el anuncio de la Buena Nueva y el testimonio, la formación en los ámbitos de la educación, la salud y la pastoral social. Tratan de responder, en la medida de lo posible, a las necesidades de los más desfavorecidos en su entorno vital, según el espíritu de su fundadora, Santa Juana Emilia de Villeneuve: “todo para Dios solo, para Su mayor gloria y para la salvación de las almas, buscando y cumpliendo Su voluntad como Jesús Salvador, comprometiéndonos al servicio de los pobres y de los miembros sufrientes de su cuerpo”.
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