Lahore – “El brutal asesinato de Saleem Masih, un joven cristiano del distrito de Kasur, que fue golpeado, abofeteado, pateado, encadenado y torturado con cables eléctricos y una barra de hierro al rojo vivo antes de sucumbir a sus heridas , va más allá de cualquier condena. Los cargos en su contra eran de ser 'un sucio cristiano' y 'haber contaminado' el agua de un pozo, al bañarse en él. Este horrible acto de violencia es un sombrío recordatorio de que la intolerancia en nombre de la religión en Pakistán ha crecido más allá del estado de derecho". Lo afirma a la Agencia Fides Michelle Chaudhry, mujer católica y presidenta de la “Cecil & Iris Chaudhry Foundation” , una organización independiente que trabaja por la justicia y se preocupa por promover las condiciones económicas, sociales y culturales de los cristianos en Pakistán.
Michelle Chaudhry, expresando su profunda indignación por el horrible episodio, declara: "En Pakistán, cuando se trata de minorías religiosas, cualquiera es libre de actuar como fiscal, juez y ejecutor de una sentencia. No podemos permitir que esto continúe: la impunidad de quienes cometen violencia contra las minorías religiosas en Pakistán debe terminar".
“Pedimos a los gobiernos, tanto a nivel federal como provincial, que garanticen la seguridad y protección a todos los pakistaníes no musulmanes, como está escrito en la Constitución del país. Incidentes como estos generan una ola de inseguridad que deja a nuestras comunidades extremadamente vulnerables. Es responsabilidad del estado proteger a sus ciudadanos independientemente de su fe, condición social, género", señala Chaudhry. La mujer dice que "para prevenir tales actos de violencia en el futuro, es esencial llevar a cabo una investigación imparcial y que los autores sean llevados ante la justicia".
Por otra parte, las condiciones de Azeem Masih, de 32 años de la aldea de Sahiwal, uno de los cristianos golpeados en la cabeza por un grupo de militantes musulmanes que querían evitar la construcción de una capilla en la aldea, siguen siendo graves . El joven, después de una cirugía cerebral especializada, en un hospital en Lahore, no puede hablar y tendrá que recuperar lentamente sus funciones cerebrales y corporales. El joven necesita tratamientos de fisioterapia y terapia del habla que, según los médicos, deberían durar al menos un año. Azeem está casado con Humaira y los dos tienen un hijo de 8 meses. "Azeem es un esposo y padre ejemplar y comprometido, un hombre de Dios que solo quería ayudar a nuestra comunidad con un pequeño edificio para la adoración", dice su esposa. La familia está sufriendo mucho y vive una situación de miedo y resignación tras la violencia sufrida, que permanece completamente impune.
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