Alejandría de Egipto - «Ahora es un hecho que el mundo está entrando en una era apocalíptica, donde nadie se siente seguro, y donde los tambores de la guerra están sincronizados con los gritos de los corazones de los hombres que mueren de miedo y de la expectativa de lo que sucederá en la tierra». Con estas intensas palabras, citando las expresiones de Jesús en el Evangelio de Juan, Theodoros II, patriarca ortodoxo de Alejandría y de toda África, ha querido sugerir el significado revelador del tiempo al que se enfrenta toda la familia humana, ante la expansión de la pandemia de coronavirus. Lo ha dicho a través de una la Carta Encíclica dirigida a los obispos y a todos los bautizados que forman parte del Patriarcado greco ortodoxo de Alejandría y de toda África. «Con corazón contrito y con lágrimas, de noche y de día», se lee en el mensaje patriarcal, «levantemos nuestras manos en oración al Señor misericordioso, rogándole que tenga compasión por la humanidad, obra de sus manos, y silencie las trompetas del Apocalipsis, para que la alegría y la paz puedan volver a la vida cotidiana de las personas».
Con su epístola pastoral, el Patriarca Theodoros expresa su preocupación y apoyo paterno a todos «con respecto al grave problema de la pandemia de COVID-19». Dirigiéndose a todos los bautizados, y en particular a los obispos, el Patriarca recuerda que «como cristianos y pastores no perdemos nuestra esperanza en Dios. Creemos y predicamos al Dios Todopoderoso, el Dios del amor y la misericordia».
En la carta, pensando también en las comunidades cristianas ortodoxas atendidas por el Patriarcado en varios países del continente africano, Theodoros hace una referencia a las alarmantes noticias sobre la propagación del coronavirus también en África subsahariana. «Solo hay un punto», señala Theodoros a los obispos y sacerdotes, «que yo, como su padre espiritual, me gustaría pedirles: estén cerca de su rebaño, consuélenlo y apoyen a nuestros hermanos africanos, enséñeles el correcto comportamiento sanitario y de limpieza, dado que la mayoría no tiene acceso a agua limpia. Y dado que la situación es grave, les aconsejo que respeten las órdenes y disposiciones de los países en los que trabajan, para que nuestra Santa Iglesia no sea motivo de escándalo, sino que sea un ejemplo de solidaridad social y caridad».
Publicar un comentario