Bangui - En la República Centroafricana la guerra continúa. No se trata de un conflicto civil, ni de un choque clásico entre ejércitos. Se trata más bien de una violencia generalizada que socava la estabilidad del país y afecta gravemente a la población civil. Durante mucho tiempo, los medios de comunicación y los observadores internacionales han hablado de un enfrentamiento entre las comunidades musulmana y cristiana. Sin embargo, con los años se ha visto que detrás de la fachada de las "tensiones religiosas" hay intereses económicos de las viejas potencias coloniales , nuevas potencias internacionales y países vecinos . Pero, ¿dónde tiene sus raíces este conflicto?
Existe una fecha que marca el comienzo de esta difícil fase política y social de la República Centroafricana. Se trata del 24 de marzo de 2013. En aquel tiempo, el presidente François Bozizé se vio obligado a huir de la capital ante el avance de las milicias Seleka. "Desde la independencia, - recuerda a Fides el padre Dorino Livraghi, jesuita, misionero en Bangui desde hace años -, el país ha sido sacudido por golpes de estado. La población local los consideraba casi fisiológicos. Después de las primeras semanas de inestabilidad, todo volvía como antes. Pero esta vez quedó claro que estábamos ante algo diferente”.
Las milicias Seleka estaban formadas por rebeldes musulmanes, principalmente de Chad y Sudán. Por tanto, extranjeros y musulmanes, en un país que siempre ha mirado con recelo a las poblaciones que venían del norte. "En realidad - señala en una conversación con Fides el p. Aurelio Gazzera, carmelita, misionero en Bozoum -, nunca ha habido un conflicto en el país entre comunidades cristianas, animistas y musulmanas. De hecho, siempre ha habido un delicado equilibrio que veía, por un lado, a los cristianos que se ocupan de la agricultura, el pequeño comercio y la administración y, por otro, a los musulmanes que se ocupan de la cría de ganado y del comercio mayorista". En los años que siguieron al golpe de estado contra Bozizé, los militantes Seleka se opusieron gradualmente a los grupos animistas cristianos reunidos bajo el acrónimo anti-Balaka. “La religión ha sido utilizada de manera instrumental - continúa el padre Gazzera -. Para los líderes de la milicia, es un medio útil para incitar a los militantes, casi todos muy jóvenes, pobres y con poca educación, contra sus adversarios. La coexistencia, podemos decirlo sin ser desmentidos, ha sido minada por los comandantes y los políticos". continúa
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