Port Moresby – “Desde sus inicios en Papúa Nueva Guinea y en las Islas Salomón, la Iglesia católica ha contribuido a la mejora de la sociedad, iluminándola con la luz de la Buena Nueva de Jesucristo, denunciando las prácticas culturales destructivas como la brujería, la poligamia, la guerra y el homicidio femenino, y promoviendo servicios sociales, educativos y sanitarios para todos sin discriminación”. Así se lee en la Carta Pastoral para el año 2022 escrita por los Obispos de ambos países en relación con el contexto de caos y protestas contra el gobierno degenerado en la capital de las Islas Salomón, Honiara.
En el texto, titulado «Sal y luz: la Iglesia católica y la sociedad», los obispos destacan los esfuerzos realizados hasta ahora a la luz del Evangelio en relación con la crisis de los refugiados, la pandemia, la corrupción, la pena de muerte, el aborto y la brujería, la violencia, así como la modificación de la Constitución para declarar a Papúa Nueva Guinea Estado confesional, y cómo los cristianos deben responder a estos desafíos utilizando los principios del Evangelio.
A este proceso -escribe el P. Giorgio Licini, PIME, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón, en la nota recibida por la Agencia Fides- le siguen tres años de reflexión y promoción de la vocación de los laicos para animar a todos a un cambio real en la vida cotidiana. “Si bien es cierto que la violencia es siempre una fuente de sufrimiento, los líderes políticos deberían entender más que nunca que el bien común es el bien de todos, incluidas las minorías, los grupos y los individuos desfavorecidos”.
“Al acercarse la Navidad, dirigimos nuestros pensamientos y oraciones, en particular a los que lo perdieron todo en los recientes incendios de Honiara, a las mujeres y niños torturados en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea y en otros lugares debido a acusaciones insensatas de brujería, a las víctimas de COVID -19 y a sus familias, a los jóvenes abandonados a su suerte. También tendrán una triste celebración de la Navidad - añaden los obispos -, el centenar de solicitantes de asilo y refugiados en Port Moresby”.
Sin embargo, los obispos no dejan de enviar un mensaje de esperanza para las próximas fiestas. “Con todos estos focos de sufrimiento entre nosotros y la imparable pandemia, es difícil desear una Navidad de alegría y felicidad – escriben -. Sin embargo, lo hacemos en nombre de la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, ya que el débil niño en el pesebre ha demostrado ser la fuente más poderosa de esperanza, ánimo y fortaleza”.
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