Beirut - La Liga Maronita, organización independiente vinculada a la comunidad cristiana maronita libanesa, presentó al Consejo de Estado libanés un llamamiento contra el reciente decreto emitido por el ministro de Trabajo libanés, Mustafa Byram, para permitir también a los palestinos los refugiados en el Líbano que accedan al mercado laboral en sectores anteriormente reservados a los ciudadanos libaneses. Nehmetallah Abi Nasr, actual presidente de la Liga Maronita, informó de que el recurso fue presentado ante el Consejo de Estado el martes 28 de diciembre. Tal y como explicó el presidente de la Liga Maronita, el decreto ministerial va en contra de los fundamentos institucionales y políticos que gobiernan la nación libanesa. La Liga Maronita tuvo que intervenir contra el decreto ministerial porque está llamada, -por sus propios principios fundacionales-, a oponerse a todas las medidas y maniobras destinadas a “cambiar el perfil moderno e histórico del Líbano y tratar de imponer un nuevo estatus quo demográfico”, aseguró Abi Nasr.
El decreto impugnado por la Liga Maronita fue publicado por el ministro chiíta Mustafa Bayram el pasado 25 de noviembre. La disposición ministerial ha eliminado las restricciones vigentes hasta ahora con respecto al acceso de los refugiados palestinos a determinadas profesiones, en concreto, las que implican la afiliación obligatoria a un sindicato o colegio profesional , y que hasta ahora estaban reservadas a los ciudadanos libaneses.
Unos 190.000 refugiados palestinos viven en el Líbano, la mayoría de ellos todavía concentrados en los campos de refugiados que surgieron tras el nacimiento del Estado de Israel y que se construyeron con el propósito de congregar a la población árabe palestina que huyó de las ciudades y pueblos conquistados por el ejército israelí durante los distintos conflictos que marcaron las primeras décadas de vida del Estado judío.
La Liga Maronita es una organización que surgió en la década de los 70 para apoyar la identidad y presencia maronita en el Líbano y en el mundo. El organismo tiene como objetivo apoyar y reactivar los vínculos entre los cristianos maronitas esparcidos por todo el mundo y salvaguardar la soberanía e independencia del Líbano en un contexto democrático y pluralista.
El decreto se considera un pretexto para la nacionalización de los palestinos y una forma indirecta de normalizar la presencia palestina aún a riesgo de interferir con los tradicionales equilibrios del país. El decreto del ministro Byram de ampliar el mercado laboral a los refugiados palestinos ha suscitado reacciones acaloradas entre los políticos libaneses, en algunos casos, con tintes hasta xenófobos. Los analistas libaneses contactados por la Agencia Fides advierten contra las interpretaciones conformistas que califican el recurso de la Liga Maronita como expresión de una reacción identitaria cargada de resentimiento hacia los refugiados. Todo lo que se mueve en el escenario distorsionado de la actual situación libanesa, -sugieren los analistas locales-, debe ser considerado con objetividad y realismo, tomando en cuenta los procesos y conflictos que han alimentado los problemas de los pueblos de Oriente Medio durante décadas.
Detrás del desacuerdo por las nuevas reglas de acceso de los palestinos al mercado laboral libanés está la cuestión sin resolver del estatus definitivo de las multitudes de refugiados que encontraron refugio en el Líbano cuando tuvieron que dejar sus hogares en Palestina. El Líbano se ha convertido, una vez más, en un lugar de acogida para enormes flujos de refugiados con motivo del conflicto sirio. Y ahora, en el contexto creado por la feroz crisis económica que ha empujado a gran parte de la población libanesa por debajo del umbral de pobreza, los asuntos pendientes relacionados con la presencia de refugiados palestinos y sirios en el territorio nacional exacerban los ánimos y ponen en riesgo incluso los frágiles equilibrios demográficos entre los diferentes grupos étnicos y religiones en los que se basa la misma identidad nacional libanesa.
La acogida de refugiados y desplazados que huyen de zonas de guerra, tal y como señalan los analistas libaneses más lúcidos, debe ejercerse salvaguardando el tejido nacional, en este momento en el que las organizaciones internacionales de ayuda que operan en el Líbano ya casi han cancelado los fondos para los refugiados palestinos, al tiempo que se reservan unas cantidades per cápita para los refugiados sirios que ahora superan los ingresos mensuales de una gran parte de la población libanesa. Un escenario lleno de desequilibrios y conflictos latentes en el que la perspectiva de “nacionalizar” a los refugiados sirios y palestinos y estabilizar su presencia en el Líbano implicaría una distorsión objetiva de la multiforme identidad nacional del Líbano. Sin embargo, precisamente esta solución, pagada por el Líbano, parece estar en consonancia al juego de poder regional y mundial que tiene como objetivo real, aunque no declarado, el de detener nuevos flujos de refugiados en Occidente y poner fin para siempre al histórico derecho al retorno de los refugiados palestinos a sus tierras de origen.
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