Manila - “Este año celebramos el 500 aniversario [1521-2021] de la llegada de la fe cristiana a nuestras costas. Nuestra conmemoración del evento es un reconocimiento a este inmenso regalo a nuestra gente y nuestra tierra. No solo hemos recibido la fe, sino que también hemos permitido que se arraigue y crezca en nuestra cultura filipina a lo largo de los años. Con este don de la fe, nos convertimos en pueblo de Dios, partícipes de los 'misterios divinos' . Estamos agradecidos a Dios por este don inconmensurable”: así lo escriben los obispos en su Carta pastoral emitida al final de la Asamblea General de la Conferencia Episcopal de Filipinas , celebrada en línea del 26 al 27 de enero, y firmada por el Presidente de la Conferencia, el arzobispo Rómulo Valles de Davao.
“Nadie posee el don de la fe. Todo el mundo es administrador del don de Dios. Cada don que recibimos debe ser compartido con los demás. Por eso debemos compartir la fe”, subrayan los obispos en la carta recibida en la Agencia Fides. “Todo don es una responsabilidad. Reconocemos cada don, lo hacemos crecer, lo compartimos generosamente con los demás y lo devolvemos con gratitud, multiplicado, al Señor. Este es el significado de la espiritualidad de la administración”, señalan los prelados. Después de cinco siglos de fe cristiana, los católicos estamos llamados a “dar a conocer nuestra identidad como administradores. Somos administradores de la vida, el talento, el tiempo y los recursos materiales. Estos dones se nos dan para el servicio, de modo que podamos convertirnos en canales de la Providencia de Dios los unos de los otros”
Por ello los obispos dicen: “Nos comprometemos con la educación, la formación y la catequesis y la espiritualidad de la administración de nuestro clero, religiosos y laicos en nuestras diócesis, parroquias, comunidades y familias”.
Los obispos recuerdan que “Dios nos llama a servirnos los unos a los otros con más generosidad, especialmente ayudando a nuestros hermanos y hermanas más pobres”, e invitando a todos a practicar la opción preferencial por los pobres. Por tanto, exhortan a todos a “compartir los recursos materiales y espirituales con los demás”, en parroquias y diócesis, especialmente con los marginados y vulnerables, “para que nadie se quede atrás”.
El texto continúa: “Hermanos y hermanas, todos somos parte de este compromiso porque todos pertenecemos a la Iglesia, la única familia de Dios. Todos compartimos la responsabilidad de la Iglesia. Por eso, animamos a todos los bautizados a contribuir de forma regular, sincera y generosa a la Iglesia para que podamos cumplir nuestra misión común de difundir la Buena Nueva, de servir a la humanidad y cuidar de toda la creación”. Con el generoso reparto de recursos, la gestión administrativa, bajo el signo de la corresponsabilidad, se convierte en “un modo de vivir como verdadera imagen de la Iglesia”.
El mensaje concluye: “No tenemos miedo de donar libremente y con alegría, incluso en tiempos de crisis y dificultades como la pandemia Covid-19 que estamos viviendo. Apoyamos el espíritu de generosidad que se ha desbordado espontáneamente durante esta pandemia y ha mantenido el funcionamiento de nuestras comunidades. Miraremos hacia atrás con asombro y gratitud en estos momentos, preguntándonos cómo logramos salir adelante incluso en las dificultades y durante el bloqueo que pensamos que pondría seriamente a prueba la sostenibilidad de nuestras parroquias”.
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