Ciudad del Vaticano - En la noche entre el 30 y el 31 de diciembre de 2020, falleció S.E. Mons. Andrea Han Jingtao, obispo “no oficial” de Siping, en la provincia de Jilin . Nacido el 26 de julio de 1921 en una devota familia católica de Shanwanzi, condado de Weichang, Hebei, su familia se mudó al condado de Linxi, Mongolia Interior durante su infancia. En 1932 ingresó al Seminario Menor de Siping y en 1940 al Seminario Mayor de Changchun. El 14 de diciembre de 1947 fue ordenado sacerdote. Por su fe católica y su lealtad al Papa, en 1953 fue detenido y, tras un período de prisión, condenado a trabajos forzados durante 27 años, 6 de los cuales pasados en régimen de aislamiento en un búnker.
En 1980, gracias a la intervención del vicepresidente Deng Xiaoping, fue liberado en consideración de los servicios que podía prestar al estado como académico. De hecho, enseñó en la Universidad Normal de Changchun y en el Instituto de Historia de la Civilización Clásica de la Universidad Normal del Nordeste, con el título de profesor asociado. Al hacerlo, introdujo a muchos chinos al estudio de la cultura occidental latina y griega y clásica. Dedicado al estudio desde temprana edad, si bien fue considerado por los fieles “un gigante de la cultura y la fe”, también fue apreciado en el campo de la educación civil. Entre sus principales obras se encuentra la traducción al chino de la Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino.
El 6 de mayo de 1982 fue consagrado en secreto como obispo coadjutor de Siping, de la cual, en 1986, tras la muerte de Mons. Chang Zhenguo, se convirtió en obispo ordinario. Como tal, se involucró particularmente en la formación de sacerdotes, religiosas y laicos, sin dejar de sensibilizar a todos los fieles sobre la evangelización y la caridad. En la diócesis fundó la Legio Mariae y la congregación religiosa de Monte Calvario, rama masculina y rama femenina. En 1993 fundó el primer centro de salud y la primera residencia de ancianos de la diócesis, así como un orfanato.
En los últimos años, el obispo Han Jingtao vivió bajo el estricto control de la policía. Después del funeral, al que el clero y los fieles no pudieron asistir, el cuerpo fue incinerado. Gracias a las insistentes peticiones de los familiares, las autoridades locales permitieron que las cenizas del prelado fueran depositadas en el cementerio de la aldea natal, junto a sus padres. En su lápida no se ha podido inscribir ningún signo religioso ni el título de obispo.
Publicar un comentario