Quito - En Venezuela la actual crisis política, económica y social sigue obligando a miles de personas a huir y Ecuador es un país de tránsito para quienes quieren llegar a Perú y Chile, lugares donde creen poder encontrar más oportunidades . Venezuela vive una situación política particularmente compleja: la presidencia de Nicolás Maduro esta siendo contestada por Juan Guaidò y miles de migrantes tratan de huir del país pasando por las trochas, los atajos, los caminos que atraviesan Colombia para llegar a Ecuador.
Las hermanas Scalabrinianas, una congregación de misioneras que desde su fundación hace 125 años, asiste a los migrantes, ha creado un “camino de acogida” con una casa que han inaugurado este mes y otra que se abrirá en marzo, según informa la nota enviada a la Agencia Fides. Se trata de un camino que en Ecuador está compuesto por “Centros de atención integral”, lugares que acogen a migrantes en su camino hacia Quito, la capital, y las demás provincias del Ecuador en la frontera con Perú. El viaje sigue el itinerario ecuatoriano que pasa a lo largo de la Carretera Panamericana, la vía que conduce de Alaska a Usuhaia, en el pico más austral de Argentina. En Ecuador hay tres puntos de este “camino de acogida”: uno es el centro de acogida en Tulcán que abrirá en marzo, justo en la frontera con Colombia. Luego, a 3 horas de distancia, está el centro de Ibarra y de allí, con otras tres horas de viaje, el centro en la Provincia de Santo Domingo inaugurado el 1 de febrero.
“Nuestro trabajo es múltiple - dice la hna. Leda Reis, misionera Scalabriniana en Ecuador, responsable y coordinadora de las casas, en la nota enviada a Fides -. En primer lugar, tratamos de ayudar a los migrantes haciendo de trámite con la embajada y el consulado para resolver su documentación, pero a menudo no es una tarea fácil, porque esos migrantes huyen de un estado que no los reconoce. Luego les ayudamos a intentar iniciar caminos de integración, apuntando a su formación para que sean valorados”. “Se trata de un centro de atención integral, no de simples albergues, porque queremos ayudar al ser humano en su totalidad, y no solo como números - explica la hermana Leda -. Por eso queremos fortalecerlos en su capacidad y dignidad de ser familia y en su ser constructores, aunque invisibles, de políticas de paz. También trabajamos en equipo con profesionales, que colaboran con las instituciones para su protección, para darles las herramientas necesarias para vivir y hacerles participar en programas de concesión de crédito”.
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