ÁFRICA/MALAWI - Cancelar la palabra "hambre": el compromiso de las franciscanas laicas misioneras de la Inmaculada


Blantyre – “Este año, las lluvias en nuestra área han sido regulares y el maíz para la polenta, el pan diario de toda la población, está maduro. En algunos campos ya se está secando y estamos deseosos de poder recogerlo para poner fin a la palabra 'hambre', que sufre nuestra gente desde el año pasado, cuando el ciclón Idai destruyo la cosecha anterior”. Así comienza el testimonio de Anna Tomasi, comprometida en Malawi desde hace 17 años, con la comunidad de las Franciscanas Auxiliares Laicas Misioneras de la Inmaculada presentes en el país desde 1974.
“Nuestra comunidad trabaja en la Arquidiócesis de Blantyre, que se encuentra en el sur. Este año hemos tratado de ayudar a un cierto número de personas, pero lo que se está haciendo es una gota en el océano de las necesidades", continúa Anna. “En los almacenes del gobierno no hay maíz, o si llega es en cantidades insignificantes y la gente lucha por conseguir unos pocos kilos. Por ello, este año los precios son prohibitivos para las personas realmente pobres, más de 20 euros por saco. Confiamos en que marzo sea favorable y que todos puedan tener lo necesario para alimentar a sus familias y sobrevivir”.
Las actividades en las que participan las misioneras van desde la atención médica hasta la educación y la asistencia en las cárceles. “Una de nuestras misioneras es médico y trabaja a tiempo completo en el hospital diocesano", dice Anna. “Mi mayor compromiso es en las cárceles, donde tratamos de brindar algo de alivio con la ayuda que recibimos y dar esperanza a quienes no la tienen. Regularmente visitamos once cárceles y otras cuatro más ocasionalmente. Damos prioridad a la educación, desde primer grado hasta la escuela secundaria y más allá, un grupo de ex reclusos han completado estudios universitarios u otros cursos. Varios presos se ven afectados por el VIH/SIDA o la tuberculosis y los ayudamos especialmente con alimentos ricos en proteínas. En la prisión de Chichiri, en las afueras de Blantyre , tenemos una enfermería para los casos más graves donde damos comida diaria, lo necesario para la higiene, ropa y medicinas especiales que de otro modo tendrían que comprar".
“Otro sector en el que estamos involucradas son las escuelas de la infancia rurales: tenemos 117 dispersas en las aldeas más pobres, con más de 6.000 niños inscritos. Las maestras son voluntarias elegidas por el comité escolar con el jefe del pueblo. Una de nuestras jóvenes misioneras de Malawi ha obtenido el diploma de enseñanza y ahora está a cargo de este sector. Es una alegría ver cuánto compromiso y amor pone en ello: su vocación misionera se expresa en la relación con los niños. Yo la ayudo buscando subvenciones para llevar a cabo este proyecto. Hemos construido más de 70 guarderías que pertenecen a la aldea, gracias a la ayuda de diferentes países europeos. Los lugareños aportan ladrillos, arena y agua para construir. Nuestra joven misionera sigue a los maestros de una manera especial, ofreciendo cursos de formación para que los niños, además de una comida que damos todos los días, también tengan una mejor formación intelectual, social y espiritual. Es un proyecto muy bonito y necesario porque los jardines de infancia del gobierno aún no existen, pero cada vez es más difícil encontrar el dinero necesario para garantizar la alimentación. Sigamos adelante confiando en la Providencia”.



Agenzia Fides
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