Yangon – “Los representantes electos de nuestro pueblo que pertenecen a la Liga Nacional por la Democracia están detenidos. También lo están muchos escritores, activistas y jóvenes. Les insto a respetar sus derechos y liberarlos lo antes posible. No son prisioneros de guerra, son prisioneros de un proceso democrático. Si prometéis democracia: comenzad por su liberación”: es la exhortación dirigida a los líderes del ejército por el cardenal Charles Maung Bo quien, tras el golpe de Estado, emitió un sentido Mensaje – recibido en la Agencia Fides - dirigido al pueblo de Myanmar y a la comunidad internacional. El día que los militares tomaron el poder, el cardenal se encontraba en una visita pastoral al estado de Kachin, por lo que ha permanecido aislado durante unos días. El cardenal - voz importante de la Iglesia católica en Asia, como arzobispo de Yangon, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Myanmar y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia , así como de la organización “Religiones por la Paz” en Myanmar - escribe un largo llamamiento no como político, sino como un líder espiritual, “empatizando con los sentimientos de millones de personas en este momento”. El texto dividido en cuatro puntos, está dirigido a los conciudadanos, líderes civiles, el Tatmadaw y la comunidad internacional. “He visto con tristeza los momentos oscuros de nuestra historia y he observado con esperanza la resiliencia de nuestro pueblo en su lucha por la dignidad. Estamos atravesando uno de los momentos más difíciles de nuestra historia. Escribo con amor hacia todos, buscando una solución duradera, rezando por el fin de las tinieblas que envuelven a nuestra querida nación”, se lee en la introducción.
En el primer punto, dirigiéndose al pueblo de Myanmar, el Cardenal pide a los ciudadanos: “Mantener la calma, no cedáis a la violencia. Hemos derramado suficiente sangre. No derraméis más sangre en esta tierra. Incluso en este momento tan difícil, creo que la paz sea el único camino, que la paz sea posible. Siempre hay formas no violentas de expresar nuestras protestas. No dejemos espacio al odio en este momento en el que luchamos por la dignidad y la verdad. Que todos los líderes de la comunidad y los líderes religiosos recen y animen a las comunidades por una respuesta pacífica a estos hechos. Recen por todos, recen por todo, evitando ocasiones de provocación”. Y, señalando el período de la pandemia, pide a “los valientes trabajadores de la salud que no abandonen a las personas necesitadas en este momento”, ya que algunos han renunciado a su servicio público en protesta.
En el segundo punto, dirigido a los generales y al Tatmadaw, se afirma: “El mundo ha reaccionado con conmoción y amargura a lo sucedido. Cuando, en 2015, el ejército llevó a cabo una transición pacífica al gobierno electo, se ganó la admiración del mundo. Hoy el mundo trata de comprender qué ha salido mal en los años siguientes. ¿Ha habido una falta de diálogo entre las autoridades civiles electas y el Tatmadaw? Hemos visto tanto dolor en los conflictos. Setenta años de derramamiento de sangre y uso de la violencia no han dado resultados. Habéis prometido paz y verdadera democracia. La democracia era el hilo de la esperanza para solucionar los problemas de este país. Esta vez millones votaron por la democracia. Nuestro pueblo cree en la transferencia pacífica del poder. Ahora Tatmadaw lo ha tomado de forma unilateral. Las denuncias de irregularidades en las votaciones podrían haberse resuelto mediante el diálogo, en presencia de observadores neutrales. Se ha perdido una gran oportunidad. Muchos líderes mundiales han condenado y condenarán esta impactante medida”. Y continúa: “Ahora prometéis más democracia, después de las investigaciones y otras elecciones. El pueblo de Myanmar está cansado de promesas vacías. ¿Cómo se ganará la confianza de nuestra gente? Confiarán sólo cuando las palabras vayan acompañadas de acciones sinceras”, e insta a los militares a “cuidar a la población”, evitando toda violencia, y respetando los derechos y liberando de todos los líderes detenidos.
El tercer punto habla a la líder Aung San Suu Kyi y a los líderes de la Liga Nacional para la Democracia: “Ustedes se encuentran en esta difícil situación en su lucha interminable para llevar la democracia a esta nación. El giro inesperado de los acontecimientos los ha hecho prisioneros. Oramos por usted y pedimos vuestra liberación”. “Querida Aung San Suu Kyi - continúa - sacrificaste tu vida por nuestra gente. Siempre serás la voz de nuestra gente. Estos son días dolorosos. Has conocido la oscuridad, has conocido la luz en esta nación. La verdad prevalecerá. Dios es el árbitro supremo de la verdad. Pero Dios espera. En este momento ofrezco mi solidaridad personal por tu situación y oro para que puedas caminar una vez más entre tu pueblo, levantando su espíritu”. “Al mismo tiempo - nota- quisiera confirmar que este incidente ocurre por la falta de diálogo y comunicación y una falta de aceptación mutua. Por favor, escuchen a los demás”.
Finalmente, el Cardenal se dirige a la comunidad internacional, expresando su agradecimiento a quienes se preocupan por Mynamar en este momento. Sin embargo, observa, “las sanciones y las condenas han dado escasos resultados, de hecho, han cerrado las puertas y cerrado el diálogo. Estas duras medidas han demostrado ser una bendición para aquellas potencias fuertes que apuntan a nuestros recursos. La comunidad internacional debe confrontarse con la realidad, con una buena comprensión de la historia y la economía política de Myanmar. Las sanciones corren el riesgo de colapsar la economía, arrojando a millones de personas a la pobreza. Involucrar a los actores en la reconciliación es el único camino”.
El cardenal Bo, al final del mensaje desea “lo mejor para nuestro pueblo”, para que la nación birmana vuelva a ser “una comunidad reconciliada, movida por la esperanza y la paz” e, invitando a todos los sujetos a entablar nuevamente el diálogo, reitera que “la paz es el único camino y la democracia es la única luz en ese camino”.
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