La deuda externa que los países del África Subsahariana han acumulado en los últimos años es un problema sin resolver. Después de la gran campaña abolicionista, promovida con motivo del Gran Jubileo del 2000, todavía estamos en una situación de emergencia, que podría tener un impacto devastador en la vida de millones de personas.
El mundo católico está tejiendo una amplia red de alianzas diplomáticas e internacionales comenzando por Italia para evitar que la deuda de los países estructuralmente pobres o empobrecidos por estos años de crisis económica, se convierta en un peso insostenible para las poblaciones, frene el desarrollo, limite la libertad de las naciones, determine violaciones de los derechos humanos fundamentales.
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