Yaundé - Los obispos de Camerún denuncian una “horrible violencia”, al mismo tiempo que 160.000 personas se han visto obligadas a huir a Camerún y otras 26.000 en Nigeria. Caritas Camerún informa de la existencia de “zonas de conflicto tomadas por el miedo y la muerte”. Los soldados “están quemando aldeas, las personas viven en los bosques se arriesgan a ser asesinadas tan solo si se acercan al borde de la carretera”, indica un comunicado enviado a la Agencia Fides por el episcopado local.
Los obispos de Camerún han expresado su preocupación y condenan “la brutal represión del ejército contra el movimiento separatista de las regiones de habla inglesa del país” que ha agravado la crisis humanitaria. Es una situación “marcada por la violencia ciega, inhumana, monstruosa y por una radicalización de las posiciones que resulta muy alarmante”, explicaron los obispos en un comunicado el 16 de mayo firmado por el arzobispo Samuel Kleda, presidente de la Conferencia Episcopal de Camerún. “Que pare cualquier forma de violencia porque terminaremos matándonos los unos a los otros”, advierte la carta. “Salvemos a nuestro país de una guerra civil sin sentido e inútil”.
No se permite a ningún periodista entrar en zonas de conflicto, pero Cáritas Camerún estima que al menos 150 personas, entre ellas 64 civiles, han muerto hasta el momento en la guerra de guerrillas entre el ejército y los separatistas. Las cifras reales probablemente serán mucho más altas. Testigos presenciales que huyeron a Nigeria denunciaron detenciones y asesinatos, torturas a los sospechosos de separatismo, violencia contra los niños y violaciones. “No pasa una semana sin que hayan quemado las casas o secuestrado o asesinado a alguien”, escribe Caritas Mamfé, en el suroeste de Camerún, epicentro de la crisis.
“El miedo se ha apoderado de este lugar”. Cáritas ha lanzado una campaña urgente de recaudación de fondos para ayudar a 5.000 refugiados en Nigeria con ayuda de emergencia. En Mamfé, un representante de Cáritas aseguró que 45.000 personas de la diócesis han huido dejando atrás pueblos fantasma: “La seguridad es muy precaria y muchos han abandonado sus casas para esconderse en el monte”, indican. Cáritas es la única agencia de ayuda en las zonas anglófonas gravemente afectadas en el suroeste y noroeste de Camerún. Proporciona alimentos, agua, suministros médicos y refugio pero empieza a carecer de recursos. “Solo Cáritas pudo, con dificultad, acceder a estas áreas perseguidas por el miedo y la muerte”, señala el trabajador.
En el otro lado de la frontera, Cáritas Nigeria contabiliza 25.624 refugiados cameruneses pero, según la ONU, podría haber hasta 40.000. La mayoría son mujeres y niños. Solo cinco de cada 100 refugiados cuentan con un refugio adecuado, el resto duerme en edificios abandonados o al raso. Los obispos de Nigeria, a la vez que piden moderación, advierten de que la afluencia de refugiados en los estados de Taraba, Benue, Akwa-Ibom y Cross River está agravando la pobreza de las comunidades locales. “No hay comida ni refugio ni agua potable”, dice un jefe de aldea nigeriano. “La gente está enferma y muere sin atención médica”. El episcopado exhorta a ambas partes a dialogar: “Nosotros, los obispos de Camerún, creemos que ahora se debe imponer un proceso de mediación para encontrar una salida a la crisis. Todos somos hermanos y hermanas”.
Camerún está dividido entre sus antiguos territorios franceses y los británicos. En octubre, los activistas de la minoría de habla inglesa, que representan el 20% de la población, declararon una república, desafiando al gobierno del presidente Paul Biya, dominado por Francia . En los últimos tiempos, según el padre Emmanual Bekomson de Cáritas Calabar, “la crisis ha empeorado, especialmente en las áreas de Mamfé, Limbe, Buea y Nsan Aragati”. “Va de mal en peor, en los últimos días ha habido más muertes y secuestros”, revela el padre Kisito Balla Onana, director de Cáritas Camerún.
Publicar un comentario